La
noción de paridad nace políticamente en Europa. La expresión
“democracia paritaria”
se lanza en un coloquio organizado en 1989 en Estrasburgo por el
Consejo de Europa en el que la igualdad entre hombres y mujeres se
plantea como una cuestión política
A
petición de la Comisión de las Comunidades Europeas, tuvo lugar el
3 de noviembre de 1992 en Atenas, la primera cumbre europea “Mujeres
al poder” compuesta por mujeres ministras o ex ministras del ámbito
europeo. Las participantes denunciaron el déficit democrático
existente y proclamaron la necesidad de conseguir un reparto
equilibrado de los poderes públicos y políticos entre hombres y
mujeres. En esta primera cumbre se firmó la denominada “Declaración
de Atenas”.
Resulta
paradójico que veintitrés años después de la Declaración de
Atenas haya sido el nuevo gobierno griego -resultante de la victoria
de Syriza y posible gracias al pacto con la derecha nacionalista-
quien haya ninguneado a las mujeres que les han aupado en el poder.
Resulta paradójico que no hayan contado con ni una sola mujer para
compartir cartera ministerial.
Tsipras
ha considerado que el machismo es un mal menor. Que primero es la
Troika y después las mujeres. Se equivoca. Para democratizar la
economía y los mercados es fundamental conocer de qué manera
impactan las decisiones económicas y políticas sobre las espaldas
de las mujeres, cómo cada recorte y disminución de cada servicio
público nos empobrece, satura, estresa a las familias y repercute en
nuestra calidad de vida. Un calidad de vida muy diferente porque el
ámbito de los cuidados de nuestros mayores e hijos sigue siendo
prácticamente cosa nuestra.
El
feminismo ha sido el primer movimiento político y social en plantear
el déficit democrático de un sistema representativo que obvia a la
mitad de la población, de ahí la paridad como derecho para asegurar
la representatividad proporcional de los sexos. Es un derecho civil a
ser electas y representar a la ciudadanía.
En
el PSOE las mujeres hemos ido luchando y conquistando espacios
democráticos hasta el punto de que hoy en día se ha asumido que no
se puede ser socialista sin ser feminista. Un gobierno como el de
Francesc Antich en Baleares fue pionero en el impulso de una ley de
paridad cremallera que para la conformación de las listas
electorales autonómicas. Fue un gobierno socialista, el de José
Luis Rodríguez Zapatero el que consagrará por todo el territorio la
paridad electoral en la ley de igualdad. El Partido Popular, que
nunca ha creído en este concepto político -recordemos que recurrió
ante el Tribunal Constitucional y perdió- se limita a cumplir la ley
a la hora de confeccionar las candidaturas, pero en cuanto tiene
ocasión la trampea, como explica que a día de hoy José Ramón
Bauzá tenga sólo a dos mujeres en el Govern. Suerte que quedan tres
meses para tener a la primera presidenta del Gobierno de esta
Comunidad Autónoma, Francina Armengol, quien conformará un equipo
de gobierno paritario y hará políticas feministas, como las que
hizo en el Consell de Mallorca a través de la Dirección Insular de
Igualdad y despreciadas por Maria Salom.
Estamos
ya muy cansadas de tanto machismo. Del que nos invisibiliza, del que
nos pone techos -de cristal u hormigón- de suelos pegajosos que nos
impiden despegar, del que piensa que si no estamos es porque no
valemos. Incluso la OCDE ha constatado en su último informe que las
mujeres a pesar de tener más formación tenemos más paro, brecha
que aumenta a menor nivel educativo.
A
la crisis de la democracia se la vence con más democracia. Y no hay
nada más transformador que reivindicar que sin mujeres no hay
democracia, sin feminismo no hay avance social. La decisión de
Alexis Tsipras es simbólicamente un mazazo a la lucha feminista por
la democracia real. Ésa que también exige una mayor democratización
de la economía, el fin de la austeridad y la regulación de los
mercados.
Artículo
publicado en El Periscopi.
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