lunes, 31 de agosto de 2009

De velos y burkinis


A finales de los años 80 hubo en Francia una gran polémica sobre si las chicas magrebíes podían asistir a las clases de la educación pública, con el tocado tradicional en la cabeza. Lo que para la derecha política en ese momento resultaba inadmisible, para la izquierda se interpretó como un elemento de convivencia multicultural, tildando de imperialistas y xenófobas a quienes se oponían al uso del pañuelo.

También, en esta misma década, se permitió a los hombres inmigrantes traer a sus múltiples esposas a Francia, al punto que se estimó que 200.000 familias en París son polígamas en la actualidad. Extrapolar una práctica de un contexto a otra resultó insufrible sobre todo para las mujeres: soportaron condiciones de vida miserables, una gran invisibilidad, falta de privacidad, etc. Una práctica, como la poligamia, que las mujeres consideran inevitable, en Francia se volvió del todo, insoportable.

En nuestro país, y en la mayoría de países de Europa, la poligamia está prohibida.

No creo que Francia sea el paradigma de la integración cultural, basta recordar los incidentes de los hijos de inmigrantes de tercera generación, que no ven posibilidades de vida fuera de los ghetos que se formaron en las ciudades industriales.

Sí, comparto, respecto de este país, su espíritu laicista. Pienso que puede resultar una buena fórmula de resolución de algunas cuestiones en las que inevitablemente, nos veremos subsumidos, por la convivencia y por los conflictos que se deriven, como es la de profundizar en ese estado aconfesional que proclama nuestra constitución, y que según mi criterio, debería abogar por una desvinculación absoluta entre las instituciones públicas y la religión, sea la que sea.

La cuestión del velo es un tema complejo que entremezcla cuestiones religiosas, identitarias, políticas y patriarcales. Incluso, para algunas mujeres, y en su sentido más primigenio, el velo, es sinónimo de renegar de ser una “mujer objeto”. Ahora bien, conocemos como los fundamentalismos, y las interpretaciones dogmáticas y prescriptivas sobre las mujeres se ceban en algunos países, y como todavía se castigan a mujeres por llevar pantalones, o salirse del patrón.

Un artículo de Susan Moller Okin, titulado ¿Es el multiculturalismo malo para las mujeres? alerta precisamente sobre los grupos de presión y sobre algunas reivindicaciones de derechos especiales de grupo o privilegios, en los que los derechos y libertades de las mujeres, jamás son tenidos en cuenta, y son los abuelos, los padres, los hijos, quienes reivindican libertades en el espacio de lo público y político, mientras en las casas, se comportan como verdaderos opresores, sobre todo en lo que se refiere al ámbito de la esfera sexual y reproductiva.

El presidente Nicolás Sarkozy, en torno a la polémica del burkini de este verano en una piscina pública, respondió de manera clara y contundente: atenta contra la dignidad de las mujeres. Otros motivos, no tan políticos, parece que fueron los que le dieron a la susodicha para impedir que utilizara tal prenda en la piscina (alegaron motivos higiénicos...). No entraré en cuestiones sobre si era una provocadora o no, y si se utiliza políticamente a las mujeres para que se conviertan en estandarte de los valores del islam en occidente...

Habrá quien piense que no es necesario legislar sobre estas cuestiones cuando los valores imperantes no están en peligro, y que por tanto, prohibir utilizar el burka, es un ejercicio innecesario y atentatorio contra la libertad individual.

Mientras Francia aplica con rigor la ley contra el velo, y debate qué hacer respecto al burka, en Gran Bretaña, donde esta cuestión no ha generado tanta polémica, los y las estudiantes pueden manifestar libremente su religión en la manera en la que van vestidos. Tal sentencia, fue aplaudida como un triunfo de las libertades civiles.

En España, el Gobierno está elaborando una reforma de la Ley de libertad religiosa para adaptarse a la España plural de hoy. Según las declaraciones de Elena Valenciano, Secretaria de Política Internacional y Cooperación del PSOE Federal, parece ser que de momento no se está teniendo en cuenta esta cuestión del velo, quedando la resolución del posible conflicto, al ámbito en concreto donde se pueda dar(centros educativos).

Tal Ley de Libertad Religiosa prevé, entre otras muchas cuestiones, retirar los símbolos religiosos de los colegios e institutos públicos (salvo los que tengan un valor histórico, artístico o patrimonial).

Sólo deseo que seamos congruentes y eliminemos de la foto institucional de la toma de posesión, el crucifijo que ya nuestro Presidente José Luis Rodríguez Zapatero tuvo la posibilidad de retirar. Tal ley debería profundizar en un estado laico, respetando por supuesto la tradición, y las diferentes opciones religiosas y no religiosas, y revisar, desde mis punto de vista, los suculentos acuerdos con la Santa Sede.

Creo que hay debates políticos que son ineludibles, y que tarde o temprano vamos a tener que plantear en serio. Abordar de manera correcta la cuestión de la multiculturalidad, es fundamental.

Vamos a tener que conjugar el respeto a nuestros valores constitucionales, basados en la libertad y en la igualdad, con otros retos, como el de establecer puentes dialógicos con las otras culturas que conviven con nosotros, ahora bien, hemos de ser firmes en la defensa de nuestros valores de tradición ilustrada, y no mirar hacia otro lado ante algunas reivindicaciones de otras culturas que supongan una vulneración de los derechos humanos, o que lastren la dignidad de las mujeres.

lunes, 3 de agosto de 2009

Días extraños

Estos días han sido unos días tristes y dolorosos. Mi más sincera solidaridad con la familia de los guardias civiles asesinados en mi municipio, Calvià.

Puedo entender que en determinados momentos de dolor e indignación, pueda aflorar un sentimiento de rabia, pero también pienso que a un/a responsable público le es exigible que esté a la altura de las circunstancias, y sea capaz de mostrar cierto distanciamiento entre su bilis y sus palabras.

Sin lugar a dudas, el pasado día 31 de julio fue el día más duro desde que soy cargo público. Al dolor, se le añadió por la tarde en la manifestación de Calvià, una sensación de gran extrañeza. Extrañeza porque en la manifestación ciudadana de repulsa a los atentados, se habían congregado, no sé si de manera orquestada, algunas personas de ideología fascista, que incluso osaron a venir con banderas y símbolos pre-constitucionales.

Me quedé perpleja ante los gritos que reivindicaban la pena de muerte. Me quedé perpleja ante el guiño de mi alcalde, Carlos Delgado, saliéndose del guión pactado por todos los grupos políticos y agentes sociales, hacia esos grupúsculos de extrema derecha, y que ven en este personaje, un balón de oxígeno para sus ideas fascistas y sectarias.

¿Pero por qué se empeñan en realzar la identidad nacional, la “españolidad” en un acto de repulsa a un atentado terrorista? ¿quién cuestiona nada? ¿a santo de qué se tiene que hacer tanta exaltación? ¿por qué se creen con el derecho de tener que definir qué es ser un buen español?

Los discursos del PP, van siempre un poco “a salto de mata” e incurren en contradicciones flagrantes. Exigen una reforma del código penal para rebajar la mayoría de edad de los 14 a los 12. Para asumir responsabilidades criminales, sí son maduros y la ley debe actuar, en cambio, a una joven de 16 o 17 años embarazada y que no desea continuar con su embarazo, le es negada esa facultad, esa madurez para decicir libremente.

En frío se piensa mejor. Si no, caemos en la posibilidad de decir disparates de los cuales luego nos podamos arrepentir. Pienso en las palabras de Basagoiti, diciendo que los terroristas son “mierda”, o en las palabras del Rey, que después del vergonzoso ¿por qué no te callas? ha optado por otra fórmula si cabe de mayor violencia verbal.

Tengo plena confianza en el Estado de Derecho y en sus mecanismos. Respetémoslo y hagamos efectivas las condenas. El ojo por ojo, y el echar leña al fuego, no nos llevará a ningún lugar habitable. Los fundamentos del sistema penal y la filosofía de la reinserción están en juego cuando desde las vísceras se quiere venganza y no justicia.

Como apunte final a esta reflexión, pienso que en 30 años de democracia, hemos avanzado mucho, pero que queda mucho camino todavía por recorrer, para profundizar mucho mejor en nuestro sistema democrático, y apostar hacia una verdadera separación de la Iglesia del Estado.