sábado, 28 de febrero de 2009

Premios Isabel Coll


Ayer noche asistí a la II edición de los Premios Isabel Coll, organizada por JSIB.

Pienso que Juventudes Socialistas de Baleares estamos mejor organizadas y cohesionadas que nunca, y eso se traduce en las muchas y muchos jóvenes que se acercan a nuestra organización, viendo en el proyecto socialista un referente para la juventud. Los valores de la democracia, la igualdad, la libertad, la justicia social. el ecologismo, son los valores de nuestra organización.

Me siento muy ligada a estos premios, ya que nacieron cuando era miembro de la anterior ejecutiva de islas, y ver cómo se van consolidando y se va premiando a personas o entidades que son referencias para la gente joven es motivador. Además, nacieron a partir de una reivindicación de la lucha por recuperar la memoria histórica de mujeres jóvenes socialistas que lucharon contra el fascismo y por la democracia. Ése fue el caso de Isabel Coll, todavía hoy entre nosotr@s.

Las mujeres de las islas a las que la Constitución republicana de 1931 les concedió el voto, tomaron parte activa de ese proyecto político y cuando fue preciso defenderlo ellas lo hicieron desde los más diversos puestos: partidos políticos, sindicatos, asociaciones, en las fábricas y talleres, desde sus casas y, finalmente cuando fue necesario, con las armas.

Para muchas de ellas con el fin de la guerra no llegó la paz, por el contrario se inició un largo período bajo una cruel dictadura que las condenó al exilio, a la cárcel o al silencio. Parecía que su esfuerzo había sido en vano. Han tenido que esperar muchos años para que se les reconozca como sembradoras o sostenedoras de la semilla de la Libertad y la Igualdad.

Isabel Coll, condenada a la pena de muerte y conmutada ésta por la de cadena perpetua, terminó
viviendo en Inca junto a su compañero Guillem Cerdà, también condenado a la pena de muerte. En 1939 encarcelaron a su marido y lo llevaron a la península. Al poco tiempo le tocó a ella. Su madre y hermanos habían huído a Francia. Su padre había muerto en el frente, y la ingenuidad de su edad, la llevó a pensar que podría quedarse en su casa, porque a ella, no la iban a venir a buscar, ya que no había “hecho nada”.

Primero la llevaron a los calabozos del Ayuntamiento de Ciutadella. En Maó fue juzgada junto a 20 mujeres por “adhesión a la rebelión” y condenada a muerte. Finalmente fue conmutada por cadena perpetua. No tuvo derecho a defenderse. A las que no tuvieron penas, las soltaron. A ella, junto a un grupo,en ese mismo 1939 las enviaron a la prisión. Primero, estuvo un tiempo en la prisión de Menorca, pero luego la trasladoran en el “vaporet” a la prisión de Can Salas (la foto principal es de mujeres en esta prisión) en Mallorca, un antiguo hospicio de ancianos convertido en cárcel al comenzar la guerra civil. Ella tenía tan sólo 20 años.

Las instituciones penitenciaras de mujeres fueron gestionadas en España desde 1790 por Hijas de la Caridad, orden de monjas de San Vicente de Paúl que gobernaron con mano de hierro las galeras o antiguas cárceles de mujeres durante buena parte del siglo XIX y comienzos del XX hasta ser expulsadas en 1931 por Victoria Kent, la primera directora general de Prisiones de España, que las sustituyó por un cuerpo de funcionarias especializadas.

Acabada la Guerra Civil, Franco volvió a recurrir a ellas como carceleras en
establecimientos de infausta memoria. En diciembre de 1940, 342 religiosas de 15 órdenes diferentes se encontraban repartidas por 40 cárceles españolas, precisa la Memoria Oficial del Patronato de Redención de Penas de 1941. Sus funciones, según el documento, eran: “Encargarse de todo el gobierno interior, del mantenimiento de la disciplina de las reclusas, de las clases de enseñanza y de la dirección de los talleres”.

David Ginard i Féron, Doctor en Historia por la Universitat de les Illes Balears, recoge
numerosos testimonios de antiguas presas del centro en su libro Matilde Landa. La falta
de higiene, la comida "escasa e infecta” y el sometimiento de las reclusas salpican las páginas del libro.

Según la propia Isabel Coll, en una entrevista realizada por la profesora Esperança Bosch, el tratamiento era denigrante, las monjas incluso se quedaban con el pescado que les regalaban del pueblo para venderlo en el economato, o los bollos azucarados que les traían los familiares. Tanto las monjas como las mujeres de acción católica le hicieron a ella y a las demás la vida imposible. El hambre, el miedo, el maltrato, el ver morir a los niños, no ablandó el corazón de las monjas.

En la prisión coincidió con Matilde Landa, y vivió su suicidio. Cuando salió de la cárcel, se instaló en Inca y rehízo allí su vida, junto con su compañero Guillem.

Isabel Coll Martí recibió en 2001, junto con otras mujeres, el premio Rosa Manzano, que otorga el Partido Socialista a mujeres que han luchado por la igualdad y la libertad y que
han contribuido con su esfuerzo y coraje a luchar por la democracia.

Fue en las listas del Partido Socialista, en un puesto honorífico el año 2003.

Esta II edición del Premio Isabel Martí i Coll, pretendemos recuperar una parte de nuestra
historia olvidada.

A ella, y a otros muchos compañeros que creyeron que su lucha contribuiría a conseguir
una sociedad más justa, Juventudes socialistas nos debemos.

Este año, las personas a las que hemos querido presentar nuestro reconocimiento son:

Fundación Alas, por su trabajo incesante en la prevención del VIH entre la juventud, a partir de iniciativas originales como la Dance Party en Ibiza, al portero mallorquinista Miquel Àngel Moyà, referente para much@s jóvenes y que representa los valores del compañerismo, trabajo en equipo, esfuerzo y dedicación, y en una mención especial, al estimado compañero Cosme Bonet, vice-secretario general de la FSM y actual Conseller de Presidència del Consell de Mallorca, por su trayectoria y compromiso desde que era militante de Juventudes Socialistas., no hace demasiado tiempo.

jueves, 19 de febrero de 2009

Entre la vida y la elección, por Carl Sagan

He leído un fantástico artículo de uno de los grandes divulgadores científicos de nuestra época, Carlo Sagan. En él, de una manera analítica se centra en diferentes cuestiones filosóficas, éticas, legales y científicas que giran en torno a la cuestión del aborto. En un momento como el actual, en el que el Gobierno tiene el reto y responsabilidad de reformar la actual ley de interrupción del embarazo, pienso que puede servir para motivar la reflexión.

Ahí va___________________________________

Entre la “vida” y la “elección”(La cuestión del aborto)
Revista Parade, 22 de abril de 1990 - Miles de millones, 1997Carl Sagan
“La humanidad gusta de pensar en términos de extremos opuestos. Está acostumbrada a formular sus creencias bajo la forma de esto ‘o lo otro’, entre los que no reconoce posibilidades intermedias. Cuando se la fuerza a reconocer que no cabe optar por los extremos, todavía sigue inclinada a mantener que son válidos en teoría, pero que en las cuestiones prácticas las circunstancias nos obligan a llegar a un compromiso”.John Dewey, Experience and Education, I, 1938.
La cuestión quedó zanjada hace años. El poder judicial optó por el término medio. Uno pensaría que la polémica había concluido, pero sigue habiendo concentraciones masivas, bombas e intimidación, muertes de trabajadores de clínicas abortistas, detenciones, intensas campañas, drama legislativo, audiencias del Congreso, decisiones del Tribunal Supremo, grandes partidos políticos que casi se definen sobre la materia y eclesiásticos que amenazan con la perdición a los políticos. Los adversarios se lanzan acusaciones de hipocresía y asesinato. Se invocan por igual el espíritu de la Constitución y la voluntad de Dios. Se recurre a argumentos dudosos como si fueran certidumbres. Los bandos en liza apelan a la ciencia para fortalecer sus posiciones. Se dividen las familias, maridos y mujeres deciden no hablar del asunto, viejos amigos dejan de hablarse. Los políticos examinan los últimos sondeos para descubrir qué les dicta la conciencia. Entre tanto grito, resulta difícil que los adversarios se escuchen. Las opiniones se polarizan. Las mentes se cierran.
¿Es ilícito interrumpir un embarazo? ¿Siempre? ¿A veces? ¿Nunca? ¿Cómo decidir? Escribimos este artículo para entender mejor cuáles son las posturas enfrentadas y para ver si conseguimos hallar una posición que satisfaga ambas. ¿No existe término medio? Hay que sopesar los argumentos de uno y otro bando para determinar su consistencia y plantear supuestos prácticos, puramente hipotéticos en más de un caso. Si pareciera que algunos de estos supuestos van demasiado lejos, solicitamos del lector que tenga paciencia, pues estamos tratando de forzar las diversas posturas hasta su punto de ruptura a fin de advertir sus debilidades y fallos.
Cuando se reflexiona sobre ello, casi todo el mundo reconoce que no hay una respuesta tajante. Vemos que muchos partidarios de posturas divergentes experimentan cierta inquietud o incomodidad cuando se dualiza lo que hay detrás de los argumentos enfrentados (en parte por eso se rehúyen tales confrontaciones). La cuestión afecta con seguridad a interrogantes más hondos: ¿cuáles son nuestras responsabilidades mutuas?, ¿debemos permitir que el Estado intervenga en los aspectos más íntimos y personales de nuestra vida? ¿dónde están los límites de la libertad? ¿qué significa ser humano?
Respecto de los múltiples puntos de vista, existe la extendida opinión, sobre todo en los medios de comunicación que rara vez tienen el tiempo o la inclinación debidos para establecer distinciones sutiles de que sólo existen dos, “pro elección” y “pro vida”. Así es como se autodenominan los dos bandos contendientes y así los llamaremos aquí. En la caracterización más simple, un partidario de la elección sostendrá que la decisión de interrumpir un embarazo sólo corresponde a la mujer y que el Estado no tiene derecho a intervenir, en tanto que un antiabortista mantendrá que el embrión o feto está vivo desde el momento de la concepción, que está vida nos impone la obligación moral de preservarla y que el aborto equivale a un asesinato. Ambas denominaciones (pro elección y pro vida) se eligieron pensando en influir sobre quienes aún no se habían decidido: pocos desearán ser incluidos entre los adversarios de la libertad de elección o los enemigos de la vida. La libertad y la vida son, desde luego, dos de nuestros valores más apreciados, y aquí parecen hallarse en un conflicto fundamental.
Consideraremos sucesivamente estas dos posiciones absolutistas.
Un bebé recién nacido es con seguridad el mismo ser que justo antes de nacer. Existen pruebas sólidas de que un feto ya bien desarrollado reacciona a los sonidos, incluyendo la música, pero en especial a la voz de su madre. Puede chuparse el pulgar o sobresaltarse. De vez en cuando genera ondas cerebrales de adultos. Hay quienes afirman recordar su nacimiento o incluso el entorno uterino. Quizá se piense dentro del útero. Resulta difícil sostener que en el momento del parto sobreviene abruptamente una transformación hacia la personalidad plena. ¿Por qué, pues, debería considerarse asesinato matar un bebé el día después de nacer pero no el día antes?
En términos prácticos, esto es poco importante. Menos del 1% de los abortos registrados en Estados Unidos tienen lugar en los tres últimos meses del embarazo (y tras una investigación más atenta se descubre que la mayoría corresponden a abortos naturales o errores de cálculos), sin embargo, los abortos realizados durante el tercer trimestre proporcionan una prueba de los límites del punto de vista “pro elección”. ¿Abarca el “derecho innato de una mujer a controlar su propio cuerpo” el de matar un feto casi completamente desarrollado y que, a todos los fines, resulta idéntico a un recién nacido?
Creemos que muchos de quienes defienden la libertad reproductiva se sienten, al menos en ocasiones, inquietos ante esta pregunta, pero son reacios a planteársela porque es el comienzo de una pendiente resbaladiza. Si resulta inadmisible suspender un embarazo el noveno mes, ¿qué sucede con el octavo, el séptimo, el sexto…? ¿No cabe deducir que el Estado puede intervenir en cualquier momento si reconocemos su capacidad para actuar en un determinado momento del embarazo? Esto invoca el espectro de unos legisladores, predominantemente varones y opulentos, decidiendo que mujeres que viven en la pobreza carguen con unos niños que no pueden permitirse el lujo de criar; obligando a adolescentes a traer al mundo hijos para los que no están emocionalmente preparadas; diciendo a las mujeres que aspiran a una carrera profesional que deben renunciar a sus sueños, quedarse en casa y criar niños; y, lo peor de todo, condenando a las víctimas de violaciones e incestos a aceptar sin más la prole de sus agresores. Las prohibiciones legislativas del aborto suscitan la sospecha de que su auténtico propósito sea controlar la independencia y la sexualidad de las mujeres.
¿Con qué derecho los legisladores se permiten decir a las mujeres qué deben hacer con su cuerpo? La privación de la libertad de reproducción es degradante. Las mujeres ya están hartas de ser avasalladas. Sin embargo, todos estamos de acuerdo en que es justo que se prohíba el asesinato y que se imponga una pena a quien lo comete. Muy débil sería la defensa del asesino si alegara que se trataba de algo entre su víctima y él, y que eso no concernía a los poderes públicos. ¿No es deber del Estado impedir que se elimine un feto si ese acto constituye de hecho el asesinato de un ser humano? Se supone que una de las funciones del Estado es proteger al débil frente al fuerte.
Si no nos oponemos al aborto en alguna etapa del embarazo, ¿no existe el peligro de considerar a toda una categoría de seres humanos indigna de nuestra protección y respeto? ¿No es ésa una de las características del sexismo, el racismo, el nacionalismo y el fanatismo? ¿Acaso quienes se dedican a combatir tales injusticias no deberían evitar escrupulosamente que se cometa otra?
Hoy por hoy no existe el derecho a la vida en ninguna sociedad de la Tierra, ni ha existido en el pasado (con unas pocas excepciones, como los jainistas de la India): criamos animales de granja para su sacrificio, destruimos bosques, contaminamos ríos y lagos hasta que ningún pez puede vivir en ellos, matamos ciervos y alces por deporte, leopardos por su piel y ballenas para hacer abono, atrapamos delfines que se debaten faltos de aire en las grandes redes para atunes, matamos cachorros de foca a palos, y cada día provocamos la extinción de una especie. Todas esas bestias y plantas son seres vivos como nosotros. Lo que (supuestamente) está protegido no es la vida en sí, sino la vida humana.
Aun con esa protección, el homicidio ocasional es un hecho corriente en las ciudades y libramos guerras “convencionales” con un costo tan elevado que por lo general preferimos no pensar demasiado en ello. (Significativamente, suelen justificarse las matanzas en masa organizadas por los estados redefiniendo como subhumanos a nuestros adversarios de raza, nacionalidad, religión, e ideología). Esa protección, ese derecho a la vida, no reza para los 40.000 niños menores de 5 años que mueren cada día en el planeta por causa de inanición, deshidratación, enfermedades y negligencias que habrían podido evitarse.
La mayoría de quienes defienden el “derecho a la vida” no se refieren a cualquier tipo de vida, sino, especial y singularmente, a la vida humana. También ellos, como los partidarios de la elección, deben decidir qué distingue a un ser humano de otros animales y en qué momento de la gestación emergen esas cualidades específicamente humanas, sean cuales fueren.
Pese a las numerosas afirmaciones en contra, la vida no comienza en el momento de la concepción; es una cadena ininterrumpida que se remonta a los orígenes de la Tierra, hace 4.600 millones de años. Tampoco la vida humana comienza en la concepción, sino que es una cadena ininterrumpida que se remonta a los orígenes de nuestra especie, hace cientos de miles de años. Más allá de toda duda, cada espermatozoide y cada óvulo humano están vivos. Es obvio que no son seres humanos, pero lo mismo podría decirse de un óvulo fecundado.
En algunos animales, un óvulo puede desarrollarse hasta convertirse en un adulto sano sin la contribución de un espermatozoide. No sucede así, por lo que sabemos, entre los seres humanos, Un espermatozoide y un óvulo no fecundado comprenden conjuntamente toda la donación genética de una persona. En ciertas circunstancias, tras la fecundación pueden llegar a convertirse en un bebé. Sin embargo, la mayoría de óvulos fecundados aborta de modo espontáneo. La conclusión del desarrollo no está garantizada. Ni el espermatozoide ni el óvulo aislados, como así tampoco el óvulo fecundado, pasan de ser un bebé o un adulto potenciales. ¿Por qué, pues, no se considera asesinato destruir un espermatozoide o un óvulo si uno y otro son tan humanos como el óvulo fecundado producido por su unión, y en cambio sí se considera asesinato destruir un óvulo fecundado, aunque sólo sea un bebé en potencia?
De una eyaculación humana media surgen centenares de millones de espermatozoides (agitando la cola y a una velocidad de 12 cm por hora). Un hombre joven y sano puede producir en una o dos semanas espermatozoides suficientes para doblar la población humana de la tierra. ¿Significa esto que la masturbación es un asesinato en masa? ¿Qué decir, entonces, de las poluciones nocturnas o del simple acto sexual? ¿Muere alguien cuando cada mes se expulsa el óvulo no fecundado? ¿Deberíamos llorar todos esos abortos espontáneos? Muchos animales inferiores pueden desarrollarse en laboratorio a partir de una sola célula corporal. Las células humanas pueden ser objeto de clonación. (La cepa más famosa quizá sea la He La, bautizada así por Helen Lane, su donante.) a la luz de tal tecnología, ¿sería un crimen en masa la destrucción de células potencialmente clonables? ¿Y el derramamiento de una gota de sangre?
Todos los espermatozoides y óvulos son mitades genéticas de seres humanos potenciales.
¿Es preciso hacer esfuerzos heroicos por salvar y preservar a todos y cada uno, en razón de ese “potencial”? Existe desde luego, una diferencia entre suprimir una vida y no salvarla. También es muy distinta la probabilidad de supervivencia de un espermatozoide de la de un óvulo fecundado. Sin embargo, el absurdo de un cuerpo de ínclitos conservadores de semen nos lleva a preguntarnos si es el simple “potencial” que tiene un óvulo fecundado de convertirse en un bebé convierte realmente su destrucción en un asesinato.
A los enemigos del aborto les preocupa que, una vez autorizado el inmediato a la concepción, ninguna argumentación lo impida en cualquier momento subsiguiente del embarazo. Temen que un día resulte admisible matar a un feto que sea, inequívocamente, un ser humano. Tanto los partidarios de la elección como los de la vida (al menos algunos) se ven empujados a posiciones tajantes por su temor compartido a esa pendiente resbaladiza. Otra pendiente resbaladiza es aquella a la que llegan los antiabortistas dispuestos a hacer una excepción en el caso angustioso de un embarazo fruto de la violación del incesto.
Ahora bien, ¿por qué debería depender el derecho a la vida de circunstancias de la concepción? ¿Puede el Estado decidir la vida para la prole de una unión legítima y la muerte para la concebida por la fuerza o la coerción, cuando en ambos casos se trata de la vida de un niño? ¿Cómo puede ser esto justo? Por otra parte, ¿por qué no hacer extensiva a cualquier otro feto la excepción que se aplica a éstos? A tal motivo se debe en parte el que algunos antiabortistas adopten la postura, considerada indignante por muchas otras personas, de oponerse al aborto en cualquier circunstancia (excepto, quizá, cuando corre peligro la vida de la madre).
En todo el mundo, la causa más frecuente de aborto es, con mucho, el control de la natalidad. ¿No deberían, entonces, los adversarios del aborto distribuir anticonceptivos y enseñar su uso a los escolares? Ése sería un medio eficaz de reducir los abortos. Por el contrario, Estados Unidos se halla muy por detrás de otras naciones en el desarrollo de métodos seguros y eficaces de control de la natalidad y, en muchos casos, la oposición a tales investigaciones (y a la educación sexual) ha procedido de las mismas personas que se oponen al aborto.
La búsqueda de un criterio éticamente sólido y no ambiguo acerca de si el aborto es admisible en algún momento tienen profundas raíces históricas. Con frecuencia, y sobre todo en la tradición cristiana, esta búsqueda estuvo ligada a la cuestión del instante en que el alma penetra en el cuerpo, materia no demasiado susceptible de investigación científica y tema polémico incluso entre teólogos eruditos. Se ha afirmado que la infusión del alma tenía lugar en el semen antes de la concepción, durante ésta, en el momento en que la madre percibe por vez primera los movimientos del feto en su seno y el nacimiento mismo o incluso más tarde.
Cada religión tiene su doctrina. Entre los cazadores-recolectores no suele haber prohibiciones contra el aborto, y también era corriente en la Grecia y la Roma antiguas. Por el contrario, los asirios, más severos, empalaban en estacas a las mujeres que trataban de abortar. El Talmud judío enseña que el feto no es una persona y, en consecuencia, carece de derechos. Tanto en el antiguo Testamento como en el Nuevo, (que abundan en prohibiciones en extremo minuciosas, con respecto a la indumentaria, dieta y palabras) no aparece una sola mención que prohíba de modo específico el aborto. El único pasaje que menciona algo relevante en ese sentido (Éxodo 21:22) declara que si surge una pelea y una mujer resulta accidentalmente lesionada y aborta, el responsable debe pagar una multa.
Ni San Agustín ni Santo Tomás de Aquino consideraban homicidio el aborto en fase temprana (el último basándose en que el embrión no “parece” humano). Esta idea fue adoptada por la iglesia en el Concilio de Vienne (Francia) en 1312 y nunca ha sido repudiada. La primera recopilación de derecho canónico de la Iglesia Católica, vigente durante mucho tiempo (de acuerdo con el notable historiador de las enseñanzas eclesiásticas sobre el aborto, John Connery, S.J.) sostenía que el aborto era homicidio sólo después de que el feto estuviese ya “formado”, aproximadamente hacia el final del primer trimestre.
Sin embargo, cuando en el siglo XVII se examinaron los espermatozoides a través de los primeros microscopios, parecían mostrar un ser humano plenamente formado. Se resucitó así la vieja idea del homúnculo, según la cual cada espermatozoide era un minúsculo ser humano plenamente formado, dentro de cuyos testículos había otros innumerables homúnculos, y así ad infinitum. En parte por obra de esta mala interpretación de datos científicos, el aborto, en cualquier momento y por cualquier razón, se convirtió en motivo de excomunión a partir de 1869. Para la mayoría de los católicos resulta sorprendente que la fecha no sea más remota.
Desde la época colonial hasta el siglo XIX, en Estados Unidos la mujer era libre de decidir hasta que “el feto se movía”. Un aborto en el primer trimestre de embarazo, e incluso en el segundo, constituía, en el peor de los casos, una infracción. Rara vez se solicitaba una condena al respecto, y resultaba casi imposible de obtener, en parte porque dependía por entero del propio testimonio de la mujer acerca de si había sentido los movimientos del feto, y en parte por la repugnancia del jurado a declararla culpable por haber ejercido su derecho a elegir. Se sabe que en 1800 no existía en Estados Unidos una sola disposición concerniente al aborto. En la práctica totalidad de los periódicos (ya hasta en muchas publicaciones eclesiásticas) aparecían anuncios de productos abortivos, aunque el lenguaje empleado fuese convenientemente eufemístico.
Hacia 1900, en cambio, en todos los estados de la Unión, el aborto estaba vedado en cualquier momento del embarazo, excepto cuando fuese necesario para salvar la vida de la mujer. ¿Qué sucedió para que se produjera un cambio tan extraordinario? La religión tuvo poco que ver. Las drásticas transformaciones económicas y sociales que se producían en Estados Unidos estaban transformando la sociedad agraria en otra urbana e industrializada. Norteamérica estaba pasando de una de las tasas más altas de natalidad del mundo a una de las más bajas. Es innegable que el aborto desempeñó un papel en ello y estimuló fuerzas para su supresión.
Una de las más significativas fue la profesión médica. Hasta mediados del siglo XIX la medicina constituía una actividad sin reconocimiento oficial y sin supervisión. Cualquiera podía colocar un cartel a la puerta de su casa y autotitularse médico. Con el auge de una nueva elite médica de formación universitaria, ansiosa de incrementar el rango y la influencia de los facultativos, se constituyó la asociación Médica Americana. Durante su primera década la AMA empezó a presionar para que el aborto sólo pudiera ser efectuado por quienes poseyesen título facultativo. Los nuevos conocimientos en embriología, afirmaban los médicos, habían revelado que el feto era humano incluso antes de que la madre sintiese su presencia.
El asalto de la profesión médica contra el aborto no se debió a una inquietud por la salud de la mujer, sino, según se decía, por el bienestar del feto. Había que ser médico para saber cuándo resultaba moralmente justificable un aborto, porque la cuestión dependía de hechos científicos y médicos que sólo los facultativos comprendían. Al mismo tiempo, las mujeres quedaban excluidas de las facultades de medicina, donde habrían podido adquirir conocimientos tan arcanos. Tal como se desarrollaban las cosas, las mujeres nada tenían que decir acerca de la interrupción de sus propios embarazos. También correspondía a los médicos determinar si la gestación planteaba un riesgo para la mujer y quedaba enteramente a su discreción decidir qué era arriesgado y qué no lo era. Para la mujer rica, podía tratarse de un peligro para su tranquilidad emocional o incluso para su estilo de vida. La mujer pobre se veía a menudo obligada a recurrir al aborto clandestino. Así fue la ley hasta la década de los sesenta de este siglo, cuando una coalición de individuos y organizaciones, entre las que figuraba la AMA, trató de abolirla y restablecer los valores más tradicionales que se encarnarían en el caso Roe contra Wade.
Si uno mata deliberadamente a un ser humano, se dice que ha cometido un asesinato. Si el muerto es un chimpancé (nuestro más próximo pariente biológico, con el que compartimos el 99,6% de genes activos) cualquiera, entonces no es asesinato. Hasta la fecha, el asesinato se aplica sólo al hecho de matar seres humanos. Por eso resulta clave en el debate sobre el aborto la cuestión del momento en que surge la personalidad (o, si se prefiere, el alma). ¿Cuándo se hace humano el feto? ¿Cuándo emergen las cualidades distintivamente humanas?
Reconocemos que la fijación de un momento exacto tiene que pasar por alto las diferencias individuales. Por este motivo, si hay que trazar una línea, se debe proceder con cautela, es decir, pecar más por exceso que por defecto. Hay personas que se oponen al establecimiento de un límite numérico, y compartimos su inquietud, pero si tiene que existir una ley sobre esta materia, que represente un compromiso útil entre las dos posiciones extremas, hay que determinar, al menos aproximadamente, un período de transición hacia la personalidad.
Cada uno de nosotros partió de un punto. Un óvulo fecundado tiene aproximadamente el tamaño del punto que hay al final de esta frase. La unión trascendental de espermatozoide y óvulo suele tener lugar en una de las dos trompas de Falopio. Una célula se convierte en dos, dos se convierten en cuatro, etcétera (una aritmética exponencial de base 2). Hacia el décimo día el óvulo fecundado se ha trocado en una especie de esfera hueca que se encamina hacia otro reino, el útero. A su paso destruye tejidos, absorbe sangre de los vasos capilares, se baña en la sangre materna, de la que extrae oxígeno y nutrientes, y se fija como una especie de parásito a la pared del útero. Hacia la tercera semana, para cuando se produce la primera falta, el embrión en formación tiene dos milímetros de longitud y desarrolla varias partes del cuerpo. Sólo en esta etapa comienza a depender de una placenta rudimentaria. Recuerda algo a un gusano segmentado. Hacia el final de la cuarta semana ya mide unos cinco milímetros.
Es reconocible ahora como vertebrado, su corazón en forma de tubo comienza a latir, se advierte algo parecido a los arcos branquiales de un pez o un anfibio, y una cola pronunciada. Parece más bien una lagartija acuática o un renacuajo. Este es el final del primer mes de gestación. Hacia la quinta semana, cabe distinguir las grandes divisiones del cerebro. Se evidencia lo que más tarde serán los ojos y aparecen unos pequeños brotes que luego se transformarán en brazos y piernas. Hacia la sexta semana el embrión mide 13 milímetros. Los ojos permanecen todavía a los lados de la cabeza, como en la mayor parte de los animales, y la cara reptiliana posee unas hendiduras unidas que más tarde darán lugar a la boca y la nariz. Hacia el final de la séptima semana la cola casi ha desaparecido y se advierten ya caracteres sexuales (aunque ambos sexos parecen femeninos). La cara es de mamífero, pero un tanto porcina.
Hacia el final de la octava semana la cara semeja la de un primate, si bien aún no es del todo humana. En sus elementos esenciales ya están presentes la mayoría de las partes del cuerpo. La anatomía del cerebro inferior está bien desarrollada. El feto revela respuestas reflejas a estímulos sutiles. Hacia la décima semana la cara tiene ya un aspecto inconfundiblemente humano. Comienza a ser posible distinguir niños de niñas. Las uñas y las grandes estructuras óseas no resultan evidentes hasta el tercer mes. Hacia el cuarto mes se puede diferenciar la cara de un feto de la de otro. En el quinto mes la madre suele sentir sus movimientos. Los bronquiolos pulmonares no empiezan a desarrollarse hasta aproximadamente el sexto mes y los alvéolos aún más tarde.¿Cuándo accede, pues, un feto a la personalidad, habida cuenta de que sólo una persona puede ser asesinada? ¿Cuándo la cara se torna claramente humana, cerca del final del primer trimestre? ¿Cuándo reacciona ante estímulos, también al final del primer trimestre? ¿Cuándo se torna lo bastante activo para que la madre lo sienta, hacia la mitad del segundo trimestre? ¿Cuándo los pulmones alcanzan un grado de desarrollo suficiente para que el feto pueda respirar por sí mismo, llegado el caso, el aire exterior?Lo malo de estos hitos del desarrollo no es sólo que sean arbitrarios: más inquietante resulta el hecho de que ninguno implica características exclusivamente humanas, al margen de la cuestión superficial de la apariencia facial. Todos los animales reaccionan ante los estímulos y se mueven a su antojo. Muchos son capaces de respirar. Sin embargo, eso no impide que los matemos por miles de millones. Los reflejos, el movimiento y la respiración no son lo que nos hace humanos.Otros animales nos superan en velocidad, fuerza, resistencia, a la hora de trepar, excavar o camuflarse, en vista, olfato, oído, o en el dominio del aire o del agua. Nuestra única gran ventaja es el pensamiento. Somos capaces de reflexionar, de imaginar acontecimientos que todavía no han sucedido, de concebir cosas. Así fue como inventamos la agricultura y la civilización. El pensamiento es nuestra bendición y nuestra maldición, y nos hace ser lo que somos. El pensamiento tiene lugar, desde luego, en el cerebro, sobre todo en las capas superiores de la “materia gris” replegada que llamamos corteza cerebral. Cerca de 100.000 millones de neuronas cerebrales constituyen la base material del pensamiento. Las neuronas están unidas entre sí y sus conexiones desempeñan un papel crucial en lo que llamamos pensamiento, pero la conexión a gran escala de las neuronas no empieza hasta el sexto mes de embarazo.Mediante la colocación de electrodos inofensivos en la cabeza de un individuo, los científicos pueden medir la actividad eléctrica emanada de la red de neuronas cerebrales. Diferentes tipos de acción mental revelan distintas clases de ondas cerebrales, pero las pautas regulares típicas del cerebro humano de un adulto no aparecen en el feto hasta cerca de la trigésima semana del embarazo, hacia el comienzo del tercer trimestre. Hasta entonces, los fetos, por vivos y activos que parezcan, carecen de la necesaria arquitectura cerebral. Todavía no pueden pensar.Aceptar que se puede matar cualquier criatura viva, en especial una que más tarde tal vez se convierta en un bebé, es problemático y doloroso, pero hemos rechazado los extremos “siempre” y “nunca”, y eso nos coloca, querámoslo o no, en la pendiente resbaladiza. Si tenemos que optar por un criterio de desarrollo, aquí es donde hay que trazar la raya: cuando se hace posible un mínimo asomo de pensamiento característicamente humano.Se trata, en realidad, de una definición muy conservadora, rara vez se encuentran en un feto ondas cerebrales regulares. Serían útiles nuevas investigaciones (también comienzan tardíamente las ondas cerebrales bien definidas durante la gestación de fetos babuinos y ovejas). Si pretendemos que el criterio sea todavía más estricto para tomar en consideración el desarrollo cerebral precoz de algún feto, podemos trazar la raya a los seis meses. Ahí es en donde la trazó el Tribunal Supremo de Estados Unidos en 1973, aunque por razones completamente diferentes. Su decisión en el caso Roe contra Wade modificó la legislación estadounidense sobre el aborto, que lo permite a petición de la mujer sin limitaciones durante el primer trimestre y, con ciertas restricciones encaminadas a proteger su salud, en el segundo trimestre y autoriza a los estados a prohibir el aborto en el tercer trimestre, excepto cuando exista una seria amenaza para la vida o la salud de la mujer. En la decisión de Webster de 1989, el Tribunal Supremo se negó explícitamente a revocar la sentencia del caso Roe contra Wade, pero de hecho invitó a las 50 legislaturas estatales a que decidiesen por su cuenta.¿Cuál fue el razonamiento en el caso Roe contra Wade? No reconocía peso legal a lo que suceda con los niños una vez nacidos o con la familia. El tribunal determinó, en cambio, que el derecho de una mujer a la libertad de reproducción se halla protegido por la garantía constitucional de su intimidad. Ahora bien, ese derecho no es omnímodo. Hay que sopesar la garantía de intimidad de la mujer y el derecho a la vida del feto, y cuando el tribunal consideró la cuestión otorgó prioridad a la intimidad en el primer trimestre y a la vida en el tercero. La transición no se estableció según las consideraciones tratadas hasta ahora en este capítulo: cuándo sucede la “infusión del alma” o en qué momento reviste el feto suficientes rasgos humanos para ser protegido por la legislación contra el asesinato. El criterio adoptado fue, por el contrario, si el feto podía vivir fuera de la madre. Esto es lo que se denomina “viabilidad “, y depende en parte de la capacidad de respirar. Sencillamente, los pulmones no están desarrollados y el feto no puede respirar (por muy perfeccionado que fuese el pulmón artificial de que se le dotase) hasta cerca de la vigésimo cuarta semana, hacia el comienzo del sexto mes. Es por esto por lo que la legislación estadounidense permite a los estados prohibir los abortos en el tercer trimestre. Se trata de un criterio muy pragmático.Según la argumentación, si en una cierta etapa de la gestación pudiese ser viable el feto fuera del útero, entonces su derecho a la vida se impondría al derecho de la mujer a la intimidad. Ahora bien, ¿qué significa “viable”? Incluso un recién nacido a término no es viable sin cuidado y cariño considerables. Hace tan solo unas décadas, antes de las incubadoras, la viabilidad de los bebés nacidos en el séptimo mes era improbable. ¿Hubiera sido admisible entonces abortar en el séptimo mes?¿Se tornaron de repente inmorales los abortos en el séptimo mes tras la invención de las incubadoras? ¿Qué sucederá si en el futuro se desarrolla una nueva tecnología que permita a un útero artificial mantener un feto vivo incluso antes del sexto mes, proporcionándole oxígeno y nutrientes a través de la sangre (como hace la madre a través de la placenta)? Reconocemos que es improbable que vaya a existir esa tecnología a corto plazo o que llegue a estar al alcance de gran número de personas, pero ¿sería entonces inmoral abortar antes del sexto mes cuando antes no lo era? Una moralidad que depende de la tecnología y cambia con ésta es una moralidad frágil y, para algunos, inaceptable. Es más, ¿por qué han de ser la respiración, el funcionamiento de los riñones o la capacidad de resistir las enfermedades, por ejemplo, justificativos de la protección legal? ¿Sería admisible matar un feto que revelase pensamientos y sentimientos pero que no fuera capaz de respirar? A nuestro juicio, el argumento de la viabilidad no puede determinar de manera coherente cuándo son admisibles los abortos. Se requiere otro criterio. Una vez más, ofrecemos la consideración del primer atisbo de pensamiento humano.Puesto que, por término medio, el pensamiento fetal comienza a manifestarse incluso después del desarrollo fetal de los pulmones, creemos que la sentencia del caso Roe contra Wade fue una decisión buena y prudente respecto de una cuestión compleja y difícil. Con la prohibición del aborto en el último trimestre (excepto en los casos de grave necesidad médica ) se alcanza un equilibrio justo entre las reivindicaciones enfrentadas de la libertad y de la vida.

miércoles, 18 de febrero de 2009

Incontinencia verbal

Llama la atención la doble vara de medir de algunos dirigentes del PP. Sin ir más lejos, mi alcalde, el Sr. Carlos Delgado, que tanto desprecio muestra hacia toda la ciudadanía de Calvià, malgastando el dinero público con sueldos galácticos de sus 40 asesores, des-gobernando, y haciendo no sé qué en su gestión diaria, la aplica cuando exige la salida del Ayuntamiento de Calvià de la FELIB (Federació entitats locals de les Illes Balears) por no haber ésta exigido la retirada de esta congregación de entes locales en la FEMP (Federación española de municipios) al declarar el Presidente de ésta, el socialista Pedro Castro, en un foro vecinal, que votar al PP "era de tontos".

Pues bien, la falta de memoria histórica, y algo de alzheimer sobre sus propios actos y palabras, deberían recordarle a Delgado que tendría que haber exigido su propia dimisión cuando fue Presidente de la FELIB, cuando en un acto político, se quedó a gusto, insultando desde su más profundo desprecio a los y las socialistas. ¿entonces las palabras no tenían consecuencias? Cuando nos llamó el partido de las cloacas (de momento, nosotros no tenemos a nadie que haya tenido que huir al hundirse el barco, y destaparse el pastel), y los amigos de la ETA, además de otras lindezas contra el PSOE.

Sr. Delgado, trabaje un poquito por mi municipio, haga algo por el turismo, por los y las trabajadoras de los hoteles que cada vez trabajan menos tiempo, deje de preocuparse de pagar propaganda en los medios de comunicación para vender humo.

Y por si a alguien le interesa, adjunto el enlace donde podemos ver las "perlitas" que soltó el alcalde de Calvià cuando era Presidente de la Federación de Municipios de las Baleares. Juzguen ustedes mismos.


http://www.youtube.com/watch?v=w5qVm1VP1OY

viernes, 13 de febrero de 2009

repaso post-semanal

Últimamente tengo algo abandonado mi blog, esta semana ha sido una semana intensa.

Además de mi trabajo en el dept (estoy adjunta en la Dirección Insular de Igualdad), y reuniones políticas, de cara al debate general, el pasado 10 tuvo lugar un acontecimiento importante en la historia del movimiento feminista de Mallorca.

Mi partido, y yo misma como ex-secretaria de igualdad de JSIB, he asistido a muchas reuniones con diferentes organizaciones y asociaciones de mujeres de Mallorca y Baleares que habían reivindicado un Consell de participación de las mujeres. Tal reivindicación, ahora, compartida por el PP, nunca fue comprendida y ni mucho menos, escuchada.

En este año y siete meses que llevamos de legislatura, tanto e nivel autonómico, como ahora a nivel insular se ha constituido tal Consell de participación. Consejo de la Mujer, que pretende ser un espacio de encuentro para diseccionar las desigualdades que todavía hoy vivimos las mujeres en la sociedad. Vinculado al dept. de joventut i igualtat, elevará propuestas y analizará las políticas llevadas a cabo. El planteamiento es que desde la sociedad civil organizada, en este caso, tejido asociativo feministas y grupos de mujeres, la administración tenga estos canales de participación activa y de cumplimiento a las necesidades y reivindicaciones.

Esperemos que con la constitución formal de este órgano, con 9 asociaciones en el pleno en principio, pero que no me cabe la menor duda de que serán muchas más, se comience a andar un camino de independencia y operatividad que redunde en el beneficio de las mujeres y de la igualdad en Mallorca.


El miércoles estuve reunida en la Federación Socialista de Menorca con la Secretaria de Igualdad de allí, así como con diferentes responsables políticas y grupo de mujeres. En una calurosa recibida, pude explicar el plan de trabajo de la secretaría del PSIB, y luego en un acto abierto poder reflexionar sobre las políticas de igualdad de género socialistas. Fue un acto participativo donde se trataron temas interesantes y muchos de los retos que tenemos que asumir desde el partido.

Sin lugar a dudas, ayer fue un día importante, para la política en mayúsculas. Aunque a algunos les gustaría centrar el debate en cifras y en repertorios de actuaciones hechas, el debate de la Presidenta del Consell se centró en el modelo, en las líneas, en los valores, y en cómo desde el compromiso en desarrollar una Mallorca diferente a la que estamos acostumbrados, la estrategia política y de gestión está orientada -y en un momento de crisis económica todavía más- en 2 pilares básicos: refuerzo políticas sociales, entendiendo que éstas son más que servicios sociales, pues se englobaría también políticas de juventud, de igualdad entre mujeres y hombres, de promoción activa de las políticas de las personas mayores, etc; y por otra en la sostenibilidad y el medio ambiente. sostenibilidad que tiene que ver con el territorio y con el urbanismo, asi como nuestro paisaje, con la política de residuos, y en cómo esta protección de los recursos y del patrimonio (natural y artístico y cultural) reforzará nuestra economía y competitividad. Francina no se cansó de repetir que "de esta crisis hay que salir reforzado" y es que la crisis, pese a su dimensión trágica ha de posibilitarnos contruir un nuevo MODELO de Mallorca. Así que también esta crisis puede convertirse en una oportunidad si sabemos no repetir los errores del pasado.
Francina ofreció un debate riguroso, serio, de gran contenido ideólogico y político, aunque para muchos esto supone menos que nada. En definitiva, en su línea, toda una crack.

Respecto a las intervenciones de la oposición, el Sr. Font demostró además de una gran capacidad oratoria y teatral, el grado de demagogia y cinismo que está dispuesto a utilizar para desacreditar un gobierno que tiene la confianza de la ciudadanía, porque es honesto y hace todo lo que puede en función de sus posibilidades.

La intervención de mi compañero, el portavoz del grup socialista en el Consell, me hizo sentir orgullosa de mi partido y de los valores que representamos.

El Bloc hizo aportaciones interesantes, y su portavoz expuso un discurso coherente y de calado ideológico. UM, en un estado de disociación, expuso sus críticas y divergencias el día del debate general. En un momento dado de su intervención planteó la posibilidad de definir y centrar el objeto del debate de política general... Me parece una excelente idea.