martes, 10 de junio de 2014

La transición ha muerto




Hay veces que los acontecimientos te dejan muda. Necesitas varios días para reflexionar, para digerir hasta que al final decides articular unas palabras en forma de rebelión,  so pena de ser tildada de idealista, utópica o de persona que carece de sentido de estado.

He escuchado muchas cosas estos días que me han dejado helada. El revisionismo histórico del que fue en su día un gran Presidente y referente, Felipe González,  afirmando que los socialistas en la II República fuimos republicanos accidentales, me hiere profundamente. Todavía muchos republicanos del PSOE  yacen en fosas comunes sin justicia. No se puede hacer revisionismo a la carta y según convenga. El socialismo es siempre transformador. Me pregunto si  lo contigente y accidental sea el cambio de postura de quien se resiste a pasar a un discreto segundo plano para permitir una sintonización con las aspiraciones de la sociedad del  S.XXI desde esquemas cognitivos, filosóficos y políticos del S.XXI.

El PSOE no puede dar estabilidad a un sistema en decadencia institucional, política, social, democrática. Estabilidad no es lo que necesitamos en estos momentos sino grandes transformaciones. Grandes rupturas. Un gran revulsivo en política social, económica, en la democracia.

Lo fundamental es combatir la pobreza, la recuperación económica, salir de la crisis de manera más justa, pero también las ciudadanas y ciudadanos necesitamos de un proyecto simbólico que nos ilusione, que nos articule y nos de sentido. Y el sentido se construye desde la legitimidad, desde la ciudadanía, desde las bases. Si no, queda quebrado, impuesto, jerarquizado.

Nos equivocamos al identificar al rey con la democracia. La democracia es del pueblo. Y Felipe VI no será suficiente para emprender una segunda transición. La transición ha muerto, hace aguas por todos los lados.