Hay
veces que los acontecimientos te dejan muda. Necesitas varios días para
reflexionar, para digerir hasta que al final decides articular unas palabras en
forma de rebelión, so pena de ser tildada de idealista, utópica o de
persona que carece de sentido de estado.
He
escuchado muchas cosas estos días que me han dejado helada. El revisionismo
histórico del que fue en su día un gran Presidente y referente, Felipe
González, afirmando que los socialistas en la II República fuimos
republicanos accidentales, me hiere profundamente. Todavía muchos republicanos
del PSOE yacen en fosas comunes sin justicia. No se puede hacer
revisionismo a la carta y según convenga. El socialismo es siempre transformador.
Me pregunto si lo contigente y accidental sea el cambio de postura de
quien se resiste a pasar a un discreto segundo plano para permitir una
sintonización con las aspiraciones de la sociedad del S.XXI desde
esquemas cognitivos, filosóficos y políticos del S.XXI.
El PSOE
no puede dar estabilidad a un sistema en decadencia institucional, política,
social, democrática. Estabilidad no es lo que necesitamos en estos momentos
sino grandes transformaciones. Grandes rupturas. Un gran revulsivo en política
social, económica, en la democracia.
Lo
fundamental es combatir la pobreza, la recuperación económica, salir de la
crisis de manera más justa, pero también las ciudadanas y ciudadanos
necesitamos de un proyecto simbólico que nos ilusione, que nos articule y nos
de sentido. Y el sentido se construye desde la legitimidad, desde la
ciudadanía, desde las bases. Si no, queda quebrado, impuesto, jerarquizado.
Nos
equivocamos al identificar al rey con la democracia. La democracia es del
pueblo. Y Felipe VI no será suficiente para emprender una segunda transición.
La transición ha muerto, hace aguas por todos los lados.