No vi la entrevista del rey. Tuve una cena, la penúltima
de este exceso de comilonas navideñas con mi “familia real”. Mi hermano, de 23 años, ni
siquiera conocía a Jesús Hermida. Él representa a esa generación de jóvenes con ninguna fe en el futuro, a quienes cada
día la realidad les pasa por encima. A ellos y a sus padres.
Él, como muchos tantos, sólo ve las sombras de las
instituciones democráticas que tanto nos han costado, pero que necesitan una
buena puesta a punto. Una puesta a punto porque el sistema capitalista las ha
pervertido, vaciado transfiriendo su poder a los mercados. ¿Cómo reconocer el
papel de la transición cuando hay un acueducto de connivencia entre nuestra
democracia y las instituciones financieras? Cuando se privatiza la sanidad, se
implanta una justicia para ricos y pobres , se deja sin ayuda a los parados, se
reducen becas y mientras tanto nacionalizamos las pérdidas de esas entidades que
han gestionado desde la ausencia de escrúpulos, controles y estafando a la
gente?
Hemos comenzado 2013 con datos no muy esperanzadores. Las cifras del paro, la destrucción de puestos de trabajo en nuestra comunidad, los recortes brutales e insolidarios que no
acaban de ser suficientes. Nunca es suficiente para los mercados.
La derecha viene a ejecutar un programa de cambios
estructurales. Del Estado del Bienestar al Estado del malestar. Y será muy
complicado revertir el daño causado. Su intención es que a este país no lo reconozca
ni la madre que lo parió, parafraseando a Alfonso Guerra en un sentido
totalmente opuesto. Mientras el Partido Socialista hemos sido artífices de la
construcción del Estado del Bienestar, de sus pilares, de una educación
pública, sanidad pública, un sistema de pensiones y de la dependencia, el PP
está desmoronando las conquistas que hemos conseguido los últimos 30 años.
Nuestro Estado del Bienestar no es insostenible. Está mal
financiado. No es un problema de gastos, ni de excesos, sino de ingresos. Por
supuesto que hay que ser austero, eficiente y racionalizar, pero sobre todo
incrementar los ingresos. Y desde luego que ni la educación, la sanidad son excesos ni un lujo
asiático. Es una inversión social, de las fundamentales. Lo verdaderamente insostenible es que en este país se
re-distribuya tan mal la riqueza y que los ricos, las rentas del capital paguen
tan poco, que haya tanta evasión y
fraude, eso es lo insostenible. Y nos lo deberíamos tatuar.
Para la derecha el déficit es el leit motiv y los
recortes el fatum, el destino fatal. “No hay alternativa” reza el modelo
neoliberal. Y Europa baila al son de este mantra. En Francia, las grandes
fortunas se exilian porque el presidente Hollande les quiere pellizcar un poquito
para mantener la protección social. Y luego tenemos que escuchar que todos
somos lo mismo…
El rostro de la crisis se manifiesta con un mechero y un
pobre hombre desesperado que se quema a lo bonzo. Sin trabajo, sin red, sin
amparo institucional. En familias que cruzan los dedos para que Rajoy no
elimine los 400 € con los que mal viven, para que no les quiten sus pisos que
luego nos cuelan como activos tóxicos. En no quedarse sin tarjeta sanitaria por
falta de cotización a la seguridad social, en ver cómo sus personas
dependientes ven rebajadas sus prestaciones, o a sus cuidadoras se les da la
espalda. En quienes dependen de la solidaridad porque el presupuesto social es
insuficiente, en quienes tienen que ir al banco de alimentos para subsistir. En
esas mujeres maltratadas que tendrán que aguantarse porque no se pueden divorciar
de sus maridos con el tasazo judicial, o en los millones de familias que ven
cómo ha subido absolutamente todo, y que pierden capacidad adquisitiva a la par
que derechos y servicios públicos.
En este caldo de cultivo para el miedo, la desesperanza,
el fascismo y la desilusión apelo a la movilización, al compromiso, a plantar
cara a través de una organización política, sindical o ciudadana. Nos tenemos que rebelar contra el pesimismo y
los retrocesos democráticos. AL PP no les asiste la razón. Utilizar una mayoría
absoluta, construida a base de mentiras para utilizarla en contra de las
personas y de la democracia es inmoral e ilegítimo.
He leído que el rey Juan Carlos dijo que a España le falta
más igualdad y más justicia. No le falta razón. Ahora bien, paradójicamente, esa España más igualitaria
y justa pasa por decidir qué modelo de estado queremos. Él jugó un papel
fundamental en la transición y la sociedad se lo reconoce. Con su hijo otro
gallo cantará. El debate aguarda para la reforma de la línea sucesoria, la
abolición de la ley sálica. Mi postura: República Federal.