Tras
los malos resultados electorales en Galicia y el País Vasco, que
deben analizarse con calma por parte de las direcciones regionales
competentes así como de la Federal, quisiera compartir una reflexión
personal sobre el futuro de nuestro partido.
Es
importante que los análisis vengan motivadas por un correcto
análisis contextual, histórico y comparado, pero el futuro de
nuestro partido dependerá, no tanto de la memoria histórica
-fundamental e imprescindible- sino de las dosis de ilusión y de
reinvención que seamos capaces de realizar en nuestro ideario.
Desde
Felipe González el Partido Socialista ha ido perdiendo base
electoral -es más, no hemos vuelto a gobernar con mayorías
absolutas- lo que siempre condiciona enormemente una acción de
gobierno y las posibilidades de acción. Zapatero no gobernó con
mayoría absoluta. Necesitó de apoyos a geometría variable,
precisamente de esos partidos que en estos momentos están planteando
tesis secesionistas.
Estamos
en un punto de revisión ideológica similar al que ocurrió en el 28
Congreso o en el 35. Para que nos entendamos: en punto donde debemos
revisar profundamente qué somos y qué queremos ser.
Reconociendo
todo lo positivo y el legado en materia de Estado del Bienestar,
conquistas sociales, de derechos individuales, la universalización
de la educación, sanidad, la ley de la dependencia, la calidad de
los servicios públicos, siendo la igualdad de oportunidades y la
cohesión social nuestro objetivo. Pero también es el momento de la
autocrítica para poder seguir avanzando.
¿A
qué me refiero cuando digo que estamos en un momento ideológicamente
crucial? ¿Cómo debemos rearmarnos?
El
XVIII Congreso del Partido Socialista supuso una renuncia a
explicitar que somos un partido marxista -siendo el marxismo una
corriente filosófica, una teoría crítica de la sociedad que
enfatiza en el papel de la economía como el motor de la historia y
en la vinculación entre los medios de producción y las relaciones
sociales y laborales que se generan como consecuencia de ésta-. A
efectos prácticos nos permitió desvincularnos de la idea del
socialismo soviético, totalitarista y reafirmar nuestro compromiso
con el socialismo democrático, un socialismo que defiende a partes
iguales la libertad y la igualdad. Tal renuncia, buscando alianzas
con el centro político, si es que eso existe, supondrá de facto una
difuminación ideológica que una década después se ve incrementada
por una asunción a-crítica de postulados del neoliberalismo
económico que la socialdemocracia y particularmente la tercera vía
con Zapatero hicieron suyos.
Uno
de los motivos de la crisis de la socialdemocracia europea es que ha
sido incapaz de embridar a los mercados, de regularlos
satisfactoriamente, tampoco podemos olvidar el contexto europeo donde
mayoritariamente gobierna la derecha y sus instituciones neoliberales
que poco o nada se han preocupado por la dignidad en el trabajo, por
la Europa Social, por la cohesión o por la universalización de la
justicia social sino por mover bienes, capitales y especulación,
siendo conniventes y causantes de la situación de crisis que
estamos viviendo. Pero aún así, hemos cometido errores de bulto,
que cabe reconocer y no volver a repetir: Que Schröeder en Alemania
pusiera en macha una reforma laboral que precarizaba el mercado de
trabajo, impulsando los mini jobs que obliga a millones de ciudadanos
a mal vivir, o que Blair y aquí Zapatero bajaran los impuestos a las
rentas más altas cuando la economía iba bien, generando una
re-distribución inversa de la riqueza a aquellas rentas que ahora
especulan con las deudas soberanas, renunciando a unos ingresos
fundamentales para consolidar nuestro Estado del Bienestar es fruto
de una concepción que compartían nuestros dirigentes
socialdemócratas. Jamás fue socialista bajar los impuestos y menos
a quienes más podían. Y hay cosas que se pagan caras.
Es
normal que la socialdemocracia europea esté en crisis porque no
hemos aportado un discurso y un modelo sólido alternativo al
capitalismo de casino. Porque nos sumamos a ese carro en lo económico
pensando que una buena política paliativa en lo social sería
suficiente para corregir tanta desigualdad. Y el meollo está en la
política económica.
Una
cosa es aceptar las reglas del juego, porque para eso somos un
partido institucional, y otra bien diferente es estar cómodos con
ellas, o no intentar transformarlas. El Partido Socialista hemos
sido históricamente un partido anti-capitalista. Aceptar la economía
de mercado como el mejor de los mundos posibles sin cuestionar el
modelo de desigualdad social, de explotación norte-sur o
intra-europea como ocurre en estos momentos, un modelo depredador que
destruye territorios, que deslocaliza, que vulnera derechos y ha
llevado al medioambiente y al Planeta a un punto de no retorno, un
sistema que es voraz que necesita de una acumulación constante de
capital, no cuestionar explícitamente esto nos ha alejado de nuestra
gente. Esto es lo importante, y por supuesto también debemos
atender lo urgente, el día a día, las necesidades de la gente, que
son las contrarias a las de los bancos y las de los intereses
económicos. Y aquí hay que mojarse, hay que elegir: o estás con la
ciudadanía, o estás con los mercados. No hay término medio. Y hay
que promover una economía diferente, al servicio de la sociedad, y
no al revés como sucede en estos momentos.
El
electorado de izquierdas es muy exigente y los incumplimientos duelen
como afrentas. Jamás nos perdonarán cosas que la derecha puede
hacer saliendo indemne. Pero eso forma parte del background de la
izquierda y quienes dirigimos lo sabemos y lo debemos asumir. Pensar
con los valores, con la palabra dada, en términos éticos es muy
importante. Lamentablemente, el pensamiento economicus suele ganar la
partida.
El
PSOE ha fallado a nuestra base progresista porque se equivocó al no
aplicar los principios de la solidaridad fiscal re-distributiva,
porque fue muy light con las rentas del capital, con las SICAV,
porque no supo o no quiso pinchar tiempo la burbuja inmobiliaria que
creó Aznar con su ley del suelo, porque en tiempos de crisis ayuda
más un escepticismo saludable que el optimismo antropológico,
porque miles de familias se han ido a la calle por no poder pagar la
hipoteca, ésas que los bancos dieron a mansalva cuando todos
chupábamos de la teta de las licencias de obras. Y el colofón, la
deriva fue a partir de mayo de 2010.
Ni
las políticas de derechos civiles, ni las políticas feministas, ni
ningún derecho social y despliegue de las libertades individuales,
sobre todo para las mujeres de este país, han pesado tanto como las
cuestiones económicas a la hora de juzgarnos.
El
Partido Socialista se ha encontrado cómodo con el liberalismo
económico y se ha rodeado de burócratas, tecnócratas que han
aplicado la ortodoxia liberal. El neoliberalismo lo impregna todo,
sobre todo los medios de comunicación y sus agoreros apocalípticos,
por eso necesitamos referentes morales, intelectuales de izquierda,
think tanks que desde la izquierda generen alternativas, útiles para
las personas y desde un paradigma político diferente. Desplomarnos
más de diez puntos tiene diferentes grados de lecturas -como la capa
de una cebolla- sería muy negativo quedarnos tan sólo en la lectura
superficial de la crisis económica. Una crisis que ha generado el
modelo capitalista de la derecha europea y española, y que va a
darle una vuelta de tuerca a nuestro modelo social tal y como lo
hemos conocido.
Por
eso la economía, una alternativa económica de izquierdas debe
volver a ser un eje central de nuestra acción. Por supuesto,
continuar en la senda del desarrollo de los derechos de última
generación, pero cuando hay auténticas dificultades para subsistir,
o tu hija con dos carreras no encuentra trabajo ni de cajera en el
súper, las cosas se ven de otra manera.
El
Partido Popular está empobreciendo a los trabajadores, a la clase
media y baja. Todo ha ido a peor en un año. No se genera trabajo,
todo lo contrario, se ha favorecido el despido libre con la reforma
laboral, se ha debilitado la negociación colectiva y los
instrumentos de defensa de los derechos de los trabajadores. Y la
red de apoyo del Estado para proteger a los más vulnerables se está
destejiendo. Utilizan la crisis como pretexto para sentar unas nuevas
bases de la sociedad, donde haya más mercado, menos instituciones y
la gente se busque la vida. Individualismo posesivo elevado al cubo.
Y
como socialistas, como progresistas, como socialdemócratas tenemos
mucho por hacer, restituir la confianza con los movimientos sociales,
renovar el mensaje desde los valores que nos han caracterizado
siempre: justicia social, igualdad, solidaridad, libertad, pero
aprendiendo de los errores del pasado.
Soy
de las que piensan que sólo nos recuperaremos si nos rearmamos
ideológicamente. Nuestra gente se queda en casa en las elecciones y
esto genera mayorías aplastantes de la derecha. Hemos de volver a
conectar y consolidar a nuestra base progresista de la sociedad, sin
despreciar al centro, pero es éste quien se ha de sumar a nuestro
proyecto, por añadidura, se ha de amoldar a nuestro proyecto por
nuestro compromiso con el bienestar social y porque el PSOE es
garantía de preservación de los pilares del Estado Social:
educación, sanidad, dependencia y pensiones.
Hace
ocho meses que se eligió una nueva ejecutiva con Alfredo Pérez
Rubalcaba al frente. Es nuestro legítimo Secretario General hasta
que finalice su mandato. Tenemos dos citas ineludibles pendientes: un
profundo debate ideológico y la conferencia de organización.
Debemos
profundizar en la calidad democrática, en la lucha contra la
corrupción, en el fin de prebendas que nos alejan de la ciudadanía,
en dignificar a la política porque de lo contrario se benefician los
oportunistas, demagogos y la extrema derecha que alberga el PP, la
proximidad de las instituciones, qué significa militar en el Siglo
XXI, en ser más útiles a la ciudadanía como partido político, en
nuestras líneas rojas ideológicas, traspasadas y pisoteadas por los
personalismos de turno y en abordar las reformas institucionales que
hemos dejado por el camino: avanzar en el federalismo, con una
auténtica bidireccionalidad entre las regiones y la administración
central. El respeto por la diversidad y las culturas, como estado
pluri-nacional que somos, desde posicionamientos no nacionalistas,
porque no somos un partido nacionalista, la reforma del Senado para
que no sea meramente una cámara isomórfica del Congreso y tenga
mayor peso la voz de las comunidades, la cuestión del laicismo y la
financiación de la Iglesia Católica, el debate sobre monarquía o
República, no descartando una reforma constitucional. Ser más
activos en la construcción de una Europa Social, volver a poner en
el centro la solidaridad re-distributiva, la importancia de las
políticas de estímulo e inversión públicas para dinamizar la
economía, el consumo, los ingresos del Estado. Un nuevo modelo
productivo que enfatice la educación, la innovación, la economía
social -dependencia y escoletes 0-3 años- las energías renovables,
con grandes posibilidades de generación de ocupación. La lucha
contra el fraude fiscal, los paraísos fiscales, impuestos ecológicos
y tasas a los movimientos especulativos del capital.
Si
queremos volver a ser alternativa de gobierno, recuperar la confianza
de los sectores progresistas de la sociedad hemos de ser conscientes
de cómo hemos llegado hasta aquí, cuál ha sido nuestra deriva
ideológica que ha acabado frustrando a nuestro votante que prefiere
quedarse en su casa y colateralmente favorecer el gobierno del PP.
Como
Secretaria General de Mallorca todas las acciones del partido están
orientadas a un triple objetivo: la defensa de nuestro Estado del
Bienestar y los servicios públicos, para que den cobertura social a
todas las personas que lo están pasando mal y que necesitan de las
instituciones, la recuperación económica y la ocupación, apostando
por economía productiva que no hipoteque nuestro territorio y
nuestro paisaje, y en dinamizar el partido y las agrupaciones
locales, promoviendo la participación de la militancia,
transparencia y rendición de cuentas, abriendo el partido a la
sociedad civil a través de las sectoriales y grupos de trabajo. Todos nuestros esfuerzos institucionales y de partido están ahí.
No
podemos eludir la reflexión, una reflexión donde ha de participar
la militancia, la sociedad. Y el trabajo está en lo que podemos
nosotros hacer, desde las Agrupaciones Locales, desde la FSM, desde
el PSIB-PSOE. Todos y cada uno de nosotros/as, arrimando el hombro,
con compromiso y lealtad al partido, con espíritu crítico y
cooperativo.Pensando en el interés general desde nuestros valores.
Nos
tocar navegar en tiempos de tribulación. Pero son también tiempos de oportunidad.