miércoles, 24 de octubre de 2012

Tiempos de tribulación, tiempos de oportunidad.


Tras los malos resultados electorales en Galicia y el País Vasco, que deben analizarse con calma por parte de las direcciones regionales competentes así como de la Federal, quisiera compartir una reflexión personal sobre el futuro de nuestro partido.


Es importante que los análisis vengan motivadas por un correcto análisis contextual, histórico y comparado, pero el futuro de nuestro partido dependerá, no tanto de la memoria histórica -fundamental e imprescindible- sino de las dosis de ilusión y de reinvención que seamos capaces de realizar en nuestro ideario.


Desde Felipe González el Partido Socialista ha ido perdiendo base electoral -es más, no hemos vuelto a gobernar con mayorías absolutas- lo que siempre condiciona enormemente una acción de gobierno y las posibilidades de acción. Zapatero no gobernó con mayoría absoluta. Necesitó de apoyos a geometría variable, precisamente de esos partidos que en estos momentos están planteando tesis secesionistas.


Estamos en un punto de revisión ideológica similar al que ocurrió en el 28 Congreso o en el 35. Para que nos entendamos: en punto donde debemos revisar profundamente qué somos y qué queremos ser.


Reconociendo todo lo positivo y el legado en materia de Estado del Bienestar, conquistas sociales, de derechos individuales, la universalización de la educación, sanidad, la ley de la dependencia, la calidad de los servicios públicos, siendo la igualdad de oportunidades y la cohesión social nuestro objetivo. Pero también es el momento de la autocrítica para poder seguir avanzando.


¿A qué me refiero cuando digo que estamos en un momento ideológicamente crucial? ¿Cómo debemos rearmarnos?

El XVIII Congreso del Partido Socialista supuso una renuncia a explicitar que somos un partido marxista -siendo el marxismo una corriente filosófica, una teoría crítica de la sociedad que enfatiza en el papel de la economía como el motor de la historia y en la vinculación entre los medios de producción y las relaciones sociales y laborales que se generan como consecuencia de ésta-. A efectos prácticos nos permitió desvincularnos de la idea del socialismo soviético, totalitarista y reafirmar nuestro compromiso con el socialismo democrático, un socialismo que defiende a partes iguales la libertad y la igualdad. Tal renuncia, buscando alianzas con el centro político, si es que eso existe, supondrá de facto una difuminación ideológica que una década después se ve incrementada por una asunción a-crítica de postulados del neoliberalismo económico que la socialdemocracia y particularmente la tercera vía con Zapatero hicieron suyos.


Uno de los motivos de la crisis de la socialdemocracia europea es que ha sido incapaz de embridar a los mercados, de regularlos satisfactoriamente, tampoco podemos olvidar el contexto europeo donde mayoritariamente gobierna la derecha y sus instituciones neoliberales que poco o nada se han preocupado por la dignidad en el trabajo, por la Europa Social, por la cohesión o por la universalización de la justicia social sino por mover bienes, capitales y especulación, siendo conniventes y causantes de la situación de crisis que estamos viviendo. Pero aún así, hemos cometido errores de bulto, que cabe reconocer y no volver a repetir: Que Schröeder en Alemania pusiera en macha una reforma laboral que precarizaba el mercado de trabajo, impulsando los mini jobs que obliga a millones de ciudadanos a mal vivir, o que Blair y aquí Zapatero bajaran los impuestos a las rentas más altas cuando la economía iba bien, generando una re-distribución inversa de la riqueza a aquellas rentas que ahora especulan con las deudas soberanas, renunciando a unos ingresos fundamentales para consolidar nuestro Estado del Bienestar es fruto de una concepción que compartían nuestros dirigentes socialdemócratas. Jamás fue socialista bajar los impuestos y menos a quienes más podían. Y hay cosas que se pagan caras.


Es normal que la socialdemocracia europea esté en crisis porque no hemos aportado un discurso y un modelo sólido alternativo al capitalismo de casino. Porque nos sumamos a ese carro en lo económico pensando que una buena política paliativa en lo social sería suficiente para corregir tanta desigualdad. Y el meollo está en la política económica.


Una cosa es aceptar las reglas del juego, porque para eso somos un partido institucional, y otra bien diferente es estar cómodos con ellas, o no intentar transformarlas. El Partido Socialista hemos sido históricamente un partido anti-capitalista. Aceptar la economía de mercado como el mejor de los mundos posibles sin cuestionar el modelo de desigualdad social, de explotación norte-sur o intra-europea como ocurre en estos momentos, un modelo depredador que destruye territorios, que deslocaliza, que vulnera derechos y ha llevado al medioambiente y al Planeta a un punto de no retorno, un sistema que es voraz que necesita de una acumulación constante de capital, no cuestionar explícitamente esto nos ha alejado de nuestra gente. Esto es lo importante, y por supuesto también debemos atender lo urgente, el día a día, las necesidades de la gente, que son las contrarias a las de los bancos y las de los intereses económicos. Y aquí hay que mojarse, hay que elegir: o estás con la ciudadanía, o estás con los mercados. No hay término medio. Y hay que promover una economía diferente, al servicio de la sociedad, y no al revés como sucede en estos momentos.


El electorado de izquierdas es muy exigente y los incumplimientos duelen como afrentas. Jamás nos perdonarán cosas que la derecha puede hacer saliendo indemne. Pero eso forma parte del background de la izquierda y quienes dirigimos lo sabemos y lo debemos asumir. Pensar con los valores, con la palabra dada, en términos éticos es muy importante. Lamentablemente, el pensamiento economicus suele ganar la partida.
El PSOE ha fallado a nuestra base progresista porque se equivocó al no aplicar los principios de la solidaridad fiscal re-distributiva, porque fue muy light con las rentas del capital, con las SICAV, porque no supo o no quiso pinchar tiempo la burbuja inmobiliaria que creó Aznar con su ley del suelo, porque en tiempos de crisis ayuda más un escepticismo saludable que el optimismo antropológico, porque miles de familias se han ido a la calle por no poder pagar la hipoteca, ésas que los bancos dieron a mansalva cuando todos chupábamos de la teta de las licencias de obras. Y el colofón, la deriva fue a partir de mayo de 2010.


Ni las políticas de derechos civiles, ni las políticas feministas, ni ningún derecho social y despliegue de las libertades individuales, sobre todo para las mujeres de este país, han pesado tanto como las cuestiones económicas a la hora de juzgarnos.


El Partido Socialista se ha encontrado cómodo con el liberalismo económico y se ha rodeado de burócratas, tecnócratas que han aplicado la ortodoxia liberal. El neoliberalismo lo impregna todo, sobre todo los medios de comunicación y sus agoreros apocalípticos, por eso necesitamos referentes morales, intelectuales de izquierda, think tanks que desde la izquierda generen alternativas, útiles para las personas y desde un paradigma político diferente. Desplomarnos más de diez puntos tiene diferentes grados de lecturas -como la capa de una cebolla- sería muy negativo quedarnos tan sólo en la lectura superficial de la crisis económica. Una crisis que ha generado el modelo capitalista de la derecha europea y española, y que va a darle una vuelta de tuerca a nuestro modelo social tal y como lo hemos conocido.


Por eso la economía, una alternativa económica de izquierdas debe volver a ser un eje central de nuestra acción. Por supuesto, continuar en la senda del desarrollo de los derechos de última generación, pero cuando hay auténticas dificultades para subsistir, o tu hija con dos carreras no encuentra trabajo ni de cajera en el súper, las cosas se ven de otra manera.


El Partido Popular está empobreciendo a los trabajadores, a la clase media y baja. Todo ha ido a peor en un año. No se genera trabajo, todo lo contrario, se ha favorecido el despido libre con la reforma laboral, se ha debilitado la negociación colectiva y los instrumentos de defensa de los derechos de los trabajadores. Y la red de apoyo del Estado para proteger a los más vulnerables se está destejiendo. Utilizan la crisis como pretexto para sentar unas nuevas bases de la sociedad, donde haya más mercado, menos instituciones y la gente se busque la vida. Individualismo posesivo elevado al cubo.


Y como socialistas, como progresistas, como socialdemócratas tenemos mucho por hacer, restituir la confianza con los movimientos sociales, renovar el mensaje desde los valores que nos han caracterizado siempre: justicia social, igualdad, solidaridad, libertad, pero aprendiendo de los errores del pasado.


Soy de las que piensan que sólo nos recuperaremos si nos rearmamos ideológicamente. Nuestra gente se queda en casa en las elecciones y esto genera mayorías aplastantes de la derecha. Hemos de volver a conectar y consolidar a nuestra base progresista de la sociedad, sin despreciar al centro, pero es éste quien se ha de sumar a nuestro proyecto, por añadidura, se ha de amoldar a nuestro proyecto por nuestro compromiso con el bienestar social y porque el PSOE es garantía de preservación de los pilares del Estado Social: educación, sanidad, dependencia y pensiones.


Hace ocho meses que se eligió una nueva ejecutiva con Alfredo Pérez Rubalcaba al frente. Es nuestro legítimo Secretario General hasta que finalice su mandato. Tenemos dos citas ineludibles pendientes: un profundo debate ideológico y la conferencia de organización.


Debemos profundizar en la calidad democrática, en la lucha contra la corrupción, en el fin de prebendas que nos alejan de la ciudadanía, en dignificar a la política porque de lo contrario se benefician los oportunistas, demagogos y la extrema derecha que alberga el PP, la proximidad de las instituciones, qué significa militar en el Siglo XXI, en ser más útiles a la ciudadanía como partido político, en nuestras líneas rojas ideológicas, traspasadas y pisoteadas por los personalismos de turno y en abordar las reformas institucionales que hemos dejado por el camino: avanzar en el federalismo, con una auténtica bidireccionalidad entre las regiones y la administración central. El respeto por la diversidad y las culturas, como estado pluri-nacional que somos, desde posicionamientos no nacionalistas, porque no somos un partido nacionalista, la reforma del Senado para que no sea meramente una cámara isomórfica del Congreso y tenga mayor peso la voz de las comunidades, la cuestión del laicismo y la financiación de la Iglesia Católica, el debate sobre monarquía o República, no descartando una reforma constitucional. Ser más activos en la construcción de una Europa Social, volver a poner en el centro la solidaridad re-distributiva, la importancia de las políticas de estímulo e inversión públicas para dinamizar la economía, el consumo, los ingresos del Estado. Un nuevo modelo productivo que enfatice la educación, la innovación, la economía social -dependencia y escoletes 0-3 años- las energías renovables, con grandes posibilidades de generación de ocupación. La lucha contra el fraude fiscal, los paraísos fiscales, impuestos ecológicos y tasas a los movimientos especulativos del capital.
Si queremos volver a ser alternativa de gobierno, recuperar la confianza de los sectores progresistas de la sociedad hemos de ser conscientes de cómo hemos llegado hasta aquí, cuál ha sido nuestra deriva ideológica que ha acabado frustrando a nuestro votante que prefiere quedarse en su casa y colateralmente favorecer el gobierno del PP. 
 
Como Secretaria General de Mallorca todas las acciones del partido están orientadas a un triple objetivo: la defensa de nuestro Estado del Bienestar y los servicios públicos, para que den cobertura social a todas las personas que lo están pasando mal y que necesitan de las instituciones, la recuperación económica y la ocupación, apostando por economía productiva que no hipoteque nuestro territorio y nuestro paisaje, y en dinamizar el partido y las agrupaciones locales, promoviendo la participación de la militancia, transparencia y rendición de cuentas, abriendo el partido a la sociedad civil a través de las sectoriales y grupos de trabajo. Todos nuestros esfuerzos institucionales y de partido están ahí.


No podemos eludir la reflexión, una reflexión donde ha de participar la militancia, la sociedad. Y el trabajo está en lo que podemos nosotros hacer, desde las Agrupaciones Locales, desde la FSM, desde el PSIB-PSOE. Todos y cada uno de nosotros/as, arrimando el hombro, con compromiso y lealtad al partido, con espíritu crítico y cooperativo.Pensando en el interés general desde nuestros valores.


Nos tocar navegar en tiempos de tribulación. Pero son también tiempos de oportunidad.