Existe una teoría
llamada “trickle down effect”, en castellano “efecto goteo”
que presupone que al producirse crecimiento económico, éste acaba
llegando a las capas inferiores. Imagínense unas copas de champán
colocadas unas encimas de otras. A medida que se van llenando las
copas de champán éste rebosa y va pasando a la copa siguiente. Como
metáfora es muy ilustrativa de lo que la teoría económica ha
creído que pasaba en nuestra sociedad, de que si a los ricos les iba
muy bien, a los demás, por ende, también les iría bien. Nos
equivocábamos.
Si
cuando la economía iba boyante el crecimiento económico no fue
garantía suficiente para la reducción de las desigualdades, en un
escenario de austeridad y recortes el panorama es desolador. Informes
recientes sobre la desigualdad global como el de UNICEF (2012)
desvelan que los 61 millones de personas más ricas -el 1% de la
población global- tienen la misma cantidad de ingresos que los 3.500
millones más pobres (56%). La globalización ha generado dinámicas
de segmentación de la fuerza de trabajo global, marginación,
exclusión y empobrecimiento. Ha erosionado las políticas
redistributivas y la solidaridad y polarizado a las sociedades entre
ricos y pobres, tanto dentro como fuera de las fronteras. Es lo que
Manuel Castells denomina una nueva “arquitectura social” que
divide a la humanidad en élites, burguesía, marginados y
empobrecidos, corta transversalmente los lindes territoriales y
culturales y reordena el mundo en dos categorías: los ganadores y
perdedores de la globalización.
La
reforma laboral ha consagrado la precariedad en nuestro mercado
laboral dando lugar una nueva categoría social, el “precariado”,
trabajadores pobres. Sin irnos más lejos, el año pasado en
Baleares hubo casi 20.000 personas que trabajaron un máximo de 10
horas semanales. Desde 2011 han subido nada más y nada menos que un
60% los contratos de este tipo, que afectan especialmente a jóvenes
y mujeres. Jóvenes y mujeres sin presente y sin futuro. Pues la
precariedad de hoy es la pobreza en la vejez del mañana.
Ha crecido con fuerza
también la cifra de asalariados cuya jornada oscila entre las 11 y
las 20 horas semanales, mientras las jornadas laborales de 21 a 30
horas descienden y los empleos de jornada completa y mejor
retribuidos quedan congelados.
Cada día vemos cómo
nuestros mayores tienen que elegir entre medicarse o sostener a sus
familias. Este invierno, muchas familias no han podido ni encender
la calefacción. El informe de la Asociación de Ciencias Ambientales
cifraba en 63.000 personas las que no pudieron en 2012 mantener sus
hogares a una temperatura adecuada. Es alarmante el repunte de
personas sin techo que vemos por la ciudad, personas que han perdido
sus casas y se encuentran sin protección social , pues 3 de cada 4
personas desempleadas están desprotegidas actualmente.
Son los rostros de la
desigualdad, que evidencian un escenario muy alejado de la euforia de
la derecha.
¿De qué recuperación
hablan nuestros gobernantes? ¿Quién se está recuperando? Porque si
sólo nos fijamos en indicadores como que Baleares lideró en 2014 la
venta de embarcaciones de recreo en España incurrimos en lo que en
lógica se llama una “falacia de composición” o lo que es lo
mismo, tomar la parte por el todo. Reaparece la teoría de la copa de
champán. Que una pequeña minoría adinerada pueda lucir este verano
su yate o lancha, no significa que la recuperación haya llegado a
todos. Sin recuperación justa no habrá salida de la crisis.
Y aquí está el reto.
Una salida justa y solidaria de la crisis. Porque demasiada gente se
ha quedado tirada en la cuneta con las políticas neoliberales que
han sacrificado la equidad y cohesión social.
Para acabar con la
pobreza y la desigualdad hemos de cambiar de políticas. Apostar por
un desarrollo económico diferente y por un mercado laboral más
justo. Por ello, debemos derogar la reforma laboral y recuperar la
negociación colectiva, además de impulsar un nuevo Estatuto de los
Trabajadores.
El SOIB ha de ser útil
a los ciudadanos y ciudadanas. Nuestra apuesta pasa por destinar a
políticas laborales el 4% del presupuesto autonómico. Por que a en
el plazo de un mes, cualquier parado/a tenga un diagnóstico de su
situación y un itinerario personalizado. Con planes de choque,
destinados a jóvenes -programas de segunda oportunidad- y también
para mayores de 45 años, a través de un programa mixto de empleo
que abarque a 5000 personas.
Baleares se ha
convertido en tierra de precariedad y explotación, por ello
elaboraremos un plan de erradicación de la explotación laboral a
través de la Inspección de Trabajo, vigilando los contratos a
tiempo parcial, los tiempos de trabajo y las horas extra, tomando
medidas para evitar la discriminación salarial entre mujeres y
hombres.
Trabajaremos para
atraer más turismo más meses y de mejor calidad. Que revalorice el
paisaje y el territorio. Diversificando producto y regulando el
alquiler turístico y el todo incluido desde parámetros de calidad.
En paralelo, desarrollaremos un plan industrial a una década vista
que re-adapte a las nuevas realidades tecnológicas producciones
tradicionales, con un Plan de ciencia y de inversión del 0,5 % del
PIB en I+D+I, abordando la segunda fase del Parc Bit. Una apuesta
firme por la economía del conocimiento para que los jóvenes y el
talento tengan oportunidades en Mallorca.
La igualdad de
oportunidades es el camino. No sólo es el objetivo, es el método.
Si nos queremos rebelar contra las políticas que predican que nos
hemos de conformar con las migajas de los ricos para que haya
progreso social, necesitamos un cambio que apueste por la
socialdemocracia. Habrá crecimiento económico si recuperamos la
calidad en el trabajo y la cohesión social. Si recuperamos la
justicia social.
Estamos a menos de 100
días para poderle dar la vuelta a esta situación y hacer políticas
redistributivas que piensen de una vez por todas en el conjunto de
los ciudadanos y en los colectivos más vulnerables.
Artículo publicado en El Periscopi.
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