miércoles, 18 de febrero de 2015

¿PERO DE QUÉ RECUPERACIÓN HABLAN?


Existe una teoría llamada “trickle down effect”, en castellano “efecto goteo” que presupone que al producirse crecimiento económico, éste acaba llegando a las capas inferiores. Imagínense unas copas de champán colocadas unas encimas de otras. A medida que se van llenando las copas de champán éste rebosa y va pasando a la copa siguiente. Como metáfora es muy ilustrativa de lo que la teoría económica ha creído que pasaba en nuestra sociedad, de que si a los ricos les iba muy bien, a los demás, por ende, también les iría bien. Nos equivocábamos.

Si cuando la economía iba boyante el crecimiento económico no fue garantía suficiente para la reducción de las desigualdades, en un escenario de austeridad y recortes el panorama es desolador. Informes recientes sobre la desigualdad global como el de UNICEF (2012) desvelan que los 61 millones de personas más ricas -el 1% de la población global- tienen la misma cantidad de ingresos que los 3.500 millones más pobres (56%). La globalización ha generado dinámicas de segmentación de la fuerza de trabajo global, marginación, exclusión y empobrecimiento. Ha erosionado las políticas redistributivas y la solidaridad y polarizado a las sociedades entre ricos y pobres, tanto dentro como fuera de las fronteras. Es lo que Manuel Castells denomina una nueva “arquitectura social” que divide a la humanidad en élites, burguesía, marginados y empobrecidos, corta transversalmente los lindes territoriales y culturales y reordena el mundo en dos categorías: los ganadores y perdedores de la globalización.

La reforma laboral ha consagrado la precariedad en nuestro mercado laboral dando lugar una nueva categoría social, el “precariado”, trabajadores pobres. Sin irnos más lejos, el año pasado en Baleares hubo casi 20.000 personas que trabajaron un máximo de 10 horas semanales. Desde 2011 han subido nada más y nada menos que un 60% los contratos de este tipo, que afectan especialmente a jóvenes y mujeres. Jóvenes y mujeres sin presente y sin futuro. Pues la precariedad de hoy es la pobreza en la vejez del mañana.

Ha crecido con fuerza también la cifra de asalariados cuya jornada oscila entre las 11 y las 20 horas semanales, mientras las jornadas laborales de 21 a 30 horas descienden y los empleos de jornada completa y mejor retribuidos quedan congelados.

Cada día vemos cómo nuestros mayores tienen que elegir entre medicarse o sostener a sus familias. Este invierno, muchas familias no han podido ni encender la calefacción. El informe de la Asociación de Ciencias Ambientales cifraba en 63.000 personas las que no pudieron en 2012 mantener sus hogares a una temperatura adecuada. Es alarmante el repunte de personas sin techo que vemos por la ciudad, personas que han perdido sus casas y se encuentran sin protección social , pues 3 de cada 4 personas desempleadas están desprotegidas actualmente.

Son los rostros de la desigualdad, que evidencian un escenario muy alejado de la euforia de la derecha.

¿De qué recuperación hablan nuestros gobernantes? ¿Quién se está recuperando? Porque si sólo nos fijamos en indicadores como que Baleares lideró en 2014 la venta de embarcaciones de recreo en España incurrimos en lo que en lógica se llama una “falacia de composición” o lo que es lo mismo, tomar la parte por el todo. Reaparece la teoría de la copa de champán. Que una pequeña minoría adinerada pueda lucir este verano su yate o lancha, no significa que la recuperación haya llegado a todos. Sin recuperación justa no habrá salida de la crisis.

Y aquí está el reto. Una salida justa y solidaria de la crisis. Porque demasiada gente se ha quedado tirada en la cuneta con las políticas neoliberales que han sacrificado la equidad y cohesión social.

Para acabar con la pobreza y la desigualdad hemos de cambiar de políticas. Apostar por un desarrollo económico diferente y por un mercado laboral más justo. Por ello, debemos derogar la reforma laboral y recuperar la negociación colectiva, además de impulsar un nuevo Estatuto de los Trabajadores.

El SOIB ha de ser útil a los ciudadanos y ciudadanas. Nuestra apuesta pasa por destinar a políticas laborales el 4% del presupuesto autonómico. Por que a en el plazo de un mes, cualquier parado/a tenga un diagnóstico de su situación y un itinerario personalizado. Con planes de choque, destinados a jóvenes -programas de segunda oportunidad- y también para mayores de 45 años, a través de un programa mixto de empleo que abarque a 5000 personas.

Baleares se ha convertido en tierra de precariedad y explotación, por ello elaboraremos un plan de erradicación de la explotación laboral a través de la Inspección de Trabajo, vigilando los contratos a tiempo parcial, los tiempos de trabajo y las horas extra, tomando medidas para evitar la discriminación salarial entre mujeres y hombres.

Trabajaremos para atraer más turismo más meses y de mejor calidad. Que revalorice el paisaje y el territorio. Diversificando producto y regulando el alquiler turístico y el todo incluido desde parámetros de calidad. En paralelo, desarrollaremos un plan industrial a una década vista que re-adapte a las nuevas realidades tecnológicas producciones tradicionales, con un Plan de ciencia y de inversión del 0,5 % del PIB en I+D+I, abordando la segunda fase del Parc Bit. Una apuesta firme por la economía del conocimiento para que los jóvenes y el talento tengan oportunidades en Mallorca.

La igualdad de oportunidades es el camino. No sólo es el objetivo, es el método. Si nos queremos rebelar contra las políticas que predican que nos hemos de conformar con las migajas de los ricos para que haya progreso social, necesitamos un cambio que apueste por la socialdemocracia. Habrá crecimiento económico si recuperamos la calidad en el trabajo y la cohesión social. Si recuperamos la justicia social.

Estamos a menos de 100 días para poderle dar la vuelta a esta situación y hacer políticas redistributivas que piensen de una vez por todas en el conjunto de los ciudadanos y en los colectivos más vulnerables.

Artículo publicado en El Periscopi.

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