viernes, 18 de septiembre de 2015

A propósito de Chile



Me parece muy loable que el Sr. González defienda la libertad de expresión y condene las nulas garantías jurídicas del caso del opositor Leopoldo López, que recordemos ha sido condenado a 13 años de prisión en Venezuela. Como dijo Voltaire “puedo no estar de acuerdo con lo que dices, pero moriría por el derecho que tienes a decirlo”.

Sin embargo, siento una profunda indignación y vergüenza por las declaraciones respecto a Augusto Pinochet. Decir que un dictador asesino, respetaba los derechos humanos, aunque sea para compararlo con Nicolás Maduro, me parece un despropósito.

Tengo amigos chilenos y me veo en cierta manera, obligada a hacer esta entrada en mi blog. 

Desde los años cincuenta Estados Unidos financió a un grupo de economistas chilenos -conocidos como los ‘chicago boys’- como parte de un programa de la Guerra Fría destinado a contrarrestar las políticas izquierdistas en América Latina. Los ‘chicago boys’ llegaron a copar la Universidad Católica privada de Santiago de Chile. A partir de los años setenta, las élites financieras comienzan a organizar una oposición al gobierno de Salvador Allende a través del denominado ‘Club de los lunes’, relacionándose con los seguidores de Friedman en Chile y subvencionándoles las investigaciones teóricas. La CIA había estado alimentando la idea de que los socialistas eran anti-chilenos, espías rusos, el enemigo interior. De hecho, Pinochet se refirió a su golpe militar como una guerra al socialismo. 13.500 civiles fueron arrestados y encarcelados, los estadios de fútbol que tanto entretenimiento habían ofrecido se convirtieron en espacios de hacinamiento y tortura, las caravanas de la muerte atemorizaron al pueblo arremetiendo contra cualquier persona identificada con los valores socialistas y el sindicalismo. La comunidad captó el mensaje: la resistencia era mortal. 3200 personas fueron ejecutadas, 80.000 fueron a la cárcel, 20.000 se tuvieron que exiliar. Chile reconoce a más de 40.000 vćtimas de la dictaruda.

Cuando el 11 de septiembre de 1973 el General Augusto Pinochet lleva acabo el golpe de estado contra el gobierno izquierdista de la Unidad Popular y su presidente Salvador Allende, pone al frente de la Junta a los 'chicago boys' quienes habían trabajado a contrarreloj para tener el programa económico justo a tiempo para el golpe militar. Su primer trabajo fue negociar los créditos del Fondo Monetario Internacional. El resultado de tal proceso: privatización de activos públicos, de los recursos pesqueros, madereros, reversión de nacionalizaciones, apertura de las fronteras a las importaciones, privatización de la Seguridad Social, nuevas formas de especulación financiera, demolición de barreras para proteger el producto local, disminuyó el gasto público, aumentó el militar, se eliminó el control de precios -que regulaba productos de primera necesidad como el pan o el aceite- y se firmó un tratado de libre comercio con las compañías extranjeras que se garantizaron todos los beneficios, exportaciones, etc.
Con los planes de reestructuración económica el general Augusto Pinochet creía obedecer la jerarquía de las “leyes naturales” del mercado.  Sin embargo, todas las reformas estructurales no diez ron los resultados esperados. Las contradicciones eran tantas que en 1975 tuvo que venir el mismo Milton Friedman a salvarle el experimento: recetó más capitalismo salvaje.  El sistema educativo fue sustituido por cheques escolares y escuelas chárter, se privatizaron las guarderías, los cementerios, la seguridad social.

El cambio violento en las reglas del juego a nivel económico, unido a la represión en el ámbito social y político generó una transformación en las expectativas de la población en el proceso inflacionario. Una transformación en las costumbres y hábitos de consumidores, empresarios y trabajadores. Ni los precios ni los sueldos iban a subir.  El dogmatismo y la falta de evidencia empírica de tales medidas condujeron a un aumento de la inflación en un 375%, a pérdidas de empleo masivas, la tasa de paro pasó del 3% al 20%, el PIB se contrajo un 15%, el gasto público se recortó en un 27% y  subieron los precios de alimentos básicos. En 1982 la economía chilena se derrumbaba: hiperinflación, 30% tasa de paro, gran deuda privada de las empresas que habían comprado el país. La única empresa que no se había privatizado, la minera CODELCO, obtenía un 85% de beneficios por exportaciones. Pinochet ante la desesperación se ve obligado a renacionalizar empresas.

Según la politóloga Naomi Klein Chile no fue un laboratorio puro del libre mercado sino más bien un país donde una élite pasó de rica a muy rica. Un modelo de estado corporativista donde los ricos le declararon la guerra a los pobres y las clases medias. En 1988 el 45% de la población estaba por debajo del umbral de la pobreza. El 10% más rico había visto crecer sus ingresos en un 83%.

Los shocks no fueron para curar sino para realizar una transferencia del dinero de la ciudadanía a las élites económicas convirtiendo deudas privadas en públicas y a base de subsidios del estado a empresas.

Los países desarrollistas del Cono Sur fueron laboratorios vivos para la represión, la tortura  y la imposición de nuevos modelos de estados corporativistas. Los golpes de estado en Brasil, Uruguay, Argentina son ejemplos de la contra-revolución de las élites y oligarquías contra el avance de los trabajadores y políticas de redistribución de la riqueza. El poder militar se entrona en 1954 en Paraguay, en 1964 en Brasil y en 1968 en Perú, en 1972 en Uruguay,  Chile en 1973, Argentina en 1976.    Organizaciones internacionales como Amnistía Internacional han realizado investigaciones fundamentales en Chile y Argentina para denunciar la vulneración sistemática de los derechos humanos, ahora bien tales informes evitando identificaciones ideológicas no han profundizado en las causas de tales vulneraciones.

Sólo el informe Brasil “Nunca Mais”, elaborado en el marco de las Comisiones de la Verdad en América Latina vincula golpes militares con proyecto económico neoliberal. Establece una conexión entre la violencia ejercida y la represión con la economía como parte de un mismo proyecto.

Venezuela deja mucho que desear en cuanto al respeto de libertades y derechos políticos, y me parece reprobable e injusto que haya criminalización y persecución de la oposición. Ahora bien, hacer esta burda comparación, minimizando los crímenes de guerra perpetrados por Pinochet me parece un exceso. Desgraciadamente, otro más que se suma a una larga lista de acciones que a muchos socialistas, nos hacen sonrojar.