Ésta ha sido una semana movidita a nivel político. Que a un parlamentario de la CC.AA le sea solicitada prisión y que debido a su condición de aforado, tenga que elevarse al Tribunal Superior de Justicia -supongo que con premisas iguales, la conclusión será la misma- no es una buena noticia para la democracia parlamentaria. La desaparición de UM como grupo altera la actual composición y deja en situación complicada la aritmética parlamentaria.
Los diferentes escándalos de corrupción del anterior ejecutivo de Jaume Matas: Bitel, Turisme Jove, el cola-cao de Ordinas, unidos a otros sucesos que están en proceso judicial, es un panorama poco alentador para la gente joven, y la sociedad en general que espero y deseo que se indigne y cabree por todo lo que está sucediendo. La pasividad e indiferencia debilita la democracia y las sociedades.
Una buena dosis de credibilidad será que una vez demostrada la culpabilidad, quienes hayan abusado de su cargo en beneficio propio, no puedan eludir su paso por prisión, con estratagemas legales, acuerdos ventajosos de reducción de condena de los que no suelen beneficiarse los chorizos de menor “caché”.
Es cierto que no todas/os somos iguales. Y hemos de saber transmitirlo a la ciudadanía descontenta de tanto “mamoneo”.
Aprovecho para comentar que ser imputado/a no es sinónimo de nada, sino, de formar parte de un requerimiento judicial para esclarecer hechos que están siendo investigados. La propia compañera Nájera lo sabe bien, y a qué precio. Todas sus querellas, aprovechadas políticamente por el alcalde de Calvià fueron cayendo una a una.
Sólo espero que la Justicia actúe con la mayor celeridad y ayude a poner en su sitio a todos y todas sobre los que planea sombra de duda.
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