Hoy hemos desayunado con una foto un tanto sorprendente. La foto del día: la de la portavoz parlamentaria del PP Soraya Saénz de Santamaría.
No voy a entrar a valorar el objeto de la fotografía, que por cierto me lleva a reminiscencias de la pasada campaña electoral, pero sí me gustaría hacer una serie de apreciaciones en torno a una serie de cuestiones.
En primer lugar, no creo que se deba juzgar su decisión . Soraya Saénz, como cualquier otra mujer, es libre de hacer lo que le plazca con su vestimenta.
En segundo lugar, recordar que las mujeres siempre estamos en el punto de mira (que si somos tal, cual, poco sonriente, fría...), cosa que no pasa con los hombres. Pueden llevar la peor de sus corbatas, que nadie dirá nada, no será objeto de discordia.
El doble rasero de muchas personas que criticaron a las ministras socialistas al posar para Vogue, y que ahora les parece perfecto este hecho, me asombra.
Me gustaría matizar la diferencia los “posados” anteriores de las ministras en el Vogue, con la foto aparecida hoy en un conocido diario. Entonces vivíamos un acontecimiento histórico, como el de tener por primera vez un gobierno paritario, con más mujeres que hombres. El hecho de que lo hicieran en una revista de moda, fue en calidad de ministras. Por supuesto que son mujeres ministras, pero lo que nos transmitían y mostraban era ese aspecto profesional, político..
Otro caso sonado fue el de las críticas de Trillo sobre la vestimenta de Maria Teresa Fernández de la Vega y de Leire Pajín, al ponerse en señal de respeto y fraternidad los ropajes típicos del pueblo Maputo, en África.
Sin ir más lejos la semana pasada le tocó a Carme Chacón, ministra de Defensa, al saltarse un protocolo machista y obsoleto que estipula que las mujeres deben ir con faldas a la Pascua Militar.
Hoy es Soraya Sáenz de Santamaría. No obstante, los casos no son comparables. Les explico: queriendo mostrar su lado más personal, íntimo, cae en una trampa peligrosa “ la representación erotizada de su imagen”. En esta autopresentación hipersexualizada (cada una a su manera y a su estilo...) genera indirectamente una perpetuación de roles no deseables para las mujeres.
Lo que decimos es importante, lo que hacemos, más todavía. Ha de haber una consonancia entre el pensar y el hacer, y desde un enfoque de género, su libre decisión (que no la discuto puesto que cada uno/a ha de poder hacer lo que quiera con su cuerpo y su manera de vestir) conlleva implícitamente un mensaje de identificación de mujeres con un objeto de contemplación estética. Me remito a hablar de la imagen. Ya valoraremos en otro momento el contenido de la entrevista.
No se si esta chica es una kamikace. Supongo que sí si está con Rajoy. No dudo que tal entrevista, responda a criterios de marketing político. Las elecciones gallegas y vascas están cerca.
Me parece perverso que se haya prestado a una entrevista de tal tipo si ésa es la intencionalidad oculta: la utilización del cuerpo de una mujer para conseguir fines electoralistas. ¡Sí que ha de estar mal el PP! Habrán querido dulcificar esa imagen de bulldog que tiene en el Congreso.
G. Debord afirmaba que vivimos en la sociedad del espectáculo, donde las imágenes, la televisión y otros medios, representan o presentan meras apariencias que a la vez influyen en otras personas.
¿Alguien se imagina a Fernando Rubio o a Mariano Rajoy posando con una camiseta de tirantes, pantalones arremangados, enseñándonos sus "sensuales" pies, mientras recostados, contestan a preguntas políticas?
Creo que la respuesta es obvia.
Me congratula de todas maneras, que las mujeres del PP se vayan sumando al carro del feminismo, ésa sin duda es una gran victoria de éste. Ahora queda vigilar que los conceptos y sus ideas, no queden diluidos por la demagogia de los discursos vacíos y aprendidos, de la demagogia de sumarse al carro sin comprender los parámetros teóricos en los que se mueven.
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