Ayer tuve el privilegio de asistir a la conferencia a un hombre como Muhammad Yunus, más conocido como el prestamista de esperanzas (el banquero del pueblo). Salí de la conferencia conmovida y esperanzada porque todavía hay gente en el mundo que se rebela contra estructuras anquilosadas, como son los bancos, y dedica su vida a hacer más llevadera la vida de otras personas.
Con un sistema como el de los microcréditos, pequeños préstamos (en un principio 27 dólares, y ahora no superan los 200) a familias que en otras circunstancias, no recibirían el dinero de ningún lugar (excepto de los usureros, que aprovechaban la miseria para ponerles un yugo) pueden, gracias al sistema del profesor Yunus, poner en marcha pequeños negocios y salir de la extrema pobreza.
Hoy en día tiene bancos (Grammen Bank: el banco del pueblo) en multitud de países, y ha generado diferentes empresas sociales. La idea es precisamente ésta: el dinero que se presta ha de ir en beneficio de la colectividad, ha de reciclarse, estar en circulación, de manera que ese préstamo se revierte en la comunidad. Le costó 5 años que una mujer le aceptase un préstamo. La situación de las mujeres en India es de clara discriminación. Ellas, las grandes excluídas -la vergüenza de la familia por haber nacido mujer- fueron el gran reto del Premio Nobel de la Paz.
Cuando ellas se empoderaron y vieron que eran tan capaces de tocar el dinero y gestionarlo como sus maridos, Yunun se percató de un hecho: lo gestionaban más a largo plazo que los varones, que lo gastaban de inmediato. Tenían un sentido de inversión a largo plazo que en primera instancia destinaban a sus hijos/as y familia. Por eso las grandes beneficiarias de estos préstamos son mujeres.
Muhammad expresó la necesidad de construir un nuevo modelo basado en la solidaridad, no en la caridad. Olvidarnos del capitalismo de casino, que es una forma de economía egoísta que sólo piensa en ampliar ilimitadamente el capital, y plantearse esta crisis como una oportunidad para refundar el sistema desde unas bases más justas y solidarias. Él ha podido, y es sólo 1 hombre.
Salí emocionada, con el coraje y valentía para luchar por un mundo más justo y más equitativo.
Gracias por demostrarnos que es posible.
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