jueves, 7 de octubre de 2010

La teoría del mal menor o la victoria del pragmatismo.

Desde hace una serie de meses vivo sumida en un estado de ambivalencia provocado por el devenir de los acontecimientos de la economía global, los mercados y el posicionamiento del propio Gobierno de España.

Siempre he sido recelosa de las píldoras de la economía socialdemócrata, pretenden conjugar los parches sociales con un modelo que adolece de una grave contradicción interna. Haciendo una analogía con Chronos, sería algo así como el cuadro de Saturno devorando a sus hijos. Aceptando una premisa, a saber, la de las desigualdades tolerables en una sociedad del bienestar.

Recuerdo congresos de Juventudes Socialistas alertando de la nueva doctrina que parecía haber adoptado un sector entusiasmado con la tercera vía de Blair, ideada por Anthony Guiddens, y cuyas implicaciones y costos sociales han puesto en jaque al propio modelo de la socialdemocracia europea. Basta ver dónde están sus líderes. Recuerdo con cierta gracia y algo de vergüenza propia, que leí en ese mismo congreso un poema que había escrito mi novio, David.

Si bien es cierto que los Estados han perdido soberanía, o la han trasferido, que el gran partido se juega en las elecciones europeas, no nos podemos consolar con la idea de que Europa es de derechas, algo de autocrítica tendremos que hacer porque la izquierda europea, y a los hechos me remito, estamos en crisis. Y lo estamos porque somos decepcionantes. Estoy harta del pragmatismo, asqueada de la teoría del mal menor, y que los grandes gurús paternalistas manejen los destinos con falta de cintura democrática y pretendiendo que su palabra sea palabra de dios.

No generamos expectativas, hemos desconectado de un discurso de valores, apostando por marcas blancas tipo “Trini” o estupideces publicitarias así.

Deberíamos desgañitarnos contra las injusticias y desigualdades que actualmente representan los mercados y organismos internacionales y que actúan como verdaderos sicarios de la democracia. Sé que están muy de moda los libros de micropolítica, Lakof, etc. etc. pero además de pensar en cómo articular un relato, en cómo conectar, emocionar y otras cuestiones de neuro-política (o manipulación?) , no utilizar marcos del contrario, ha de haber proyecto, alternativa real, transformadora e ilusionante.

La realidad es dura, tozuda, modula, corrige, pero siento que aceptamos un destino fatal, mantras, dogmas sin criticismo alguno. Y no me da la gana resignarme. Creo sinceramente, que podemos conseguir colectivamente otro mundo y otra Europa distinta.

Tenía esperanzas en ver el final de algo ¿el fin del fin de la historia? Pero el círculo se vuelve a cerrar: rescatamos a Keynes, luego a los bancos, reprobamos a los banqueros, gurús del capital y agencias de rating, para devolverles a continuación el status quo. Volvimos a enterrar al economista liberal-amable con esa mano invisible que de hacerse visible, estaría gangrenada.

Me parto de risa cada vez que agencias tipo Moodle o Stand and Poors califican la deuda de los países, como el nuestro, que ha bajado de excelente a notable, como si tuvieran algún tipo de credibilidad moral o científica, cuando estuvieron acreditando la excelencia de tanta porquería tóxica que ha llevado al hundimiento del sistema y re-surgimiento, como el ave fénix.

Ahora todo será más sibilino, no serán tan impúdicos, se recatarán un poquito más. Cuestión de estética no de ética. ¿Veremos en serio una tasa tobin para las transacciones del capital?

Escuchando a la economista Mertxe Larrañaga el otro día, tomé nota de una idea que me pareció estupenda: de la misma manera que hay un salario mínimo para trabajadores, que exista un salario máximo, para evitar primas indecentes en los consejos de administración, bancos, etc.

Y siento que los mercados nos tienen pillados a dos manos, y provocan que paguemos más intereses por nuestra deuda, y que Merkel ha actuado con sus bancos miserablemente, y que nos dictaminan como si fuéramos niñas qué deben hacer los estados, si tenemos que reducir déficit, reducir gasto social, para que todo se liberalice, privatice, la gente no tenga cobertura social, pague, se atomice, sea insolidaria, se pague pensiones privadas, porque hay un grave problema: nunca es suficiente el dinero que ganan las aseguradoras, los bancos, los especuladores... los clientes de la derecha.

Y para satisfacerlos, sólo atajamos por la vía del gasto, porque claro, la otra, es contraria al discurso hegemónico dominante: se la llama carga, presión fiscal, pero es SOLIDARIDAD FISCAL, redistribución de la riqueza, socialización de la riqueza. Pero vemos, que sólo se puede socializar la miseria, la desgracia y las pérdidas.

La tercera vía de Blair nos ha llevado a un callejón sin salida, por su falta de proyecto transformador y emancipador, por su excesivo pragmatismo. Políticas sociales impecables, derechos de ciudadanía, leyes antidiscriminatorias potentes, pero partiendo de una base económica podrida, que además ha pretendido desideologizar un instrumento eficaz para la cohesión social y la igualdad de oportunidades: los impuestos.

Y no sólo hay que gravar a los ricos, hay que gravar las rentas del capital, meter mano a las SICAV, lograr en mayor medida que quienes eluden al fisco, cumplan con sus obligaciones ciudadanas, y dinamitar los paraísos fiscales. O articulamos un sistema diferente, o nos joderán vivos, se cargarán el estado del Bienestar para dejarlo en su mínima expresión.

Dicen que de la crisis saldremos reforzados. Esperemos que lo que no nos mata, nos haga más fuertes, o por lo menos, más list@s.

3 comentarios:

Xisco Mellado dijo...

Silvia me encanta tu artículo. Ver que tras el silencio en el que está sumido nuestro partido (donde casi nadie se ha atrevido a defender lo indefendible pero donde muchos han sido complices con su silencio, ya sea por pereza mental o por conveniencia)hay alguien que es capaz de reflexionar desde la izquierda sobre lo que acontece, me da esperanza.
Sigue así, siendo una adepta la mejor tradición ilustrada: el librepensamiento, éste que no depende ni de religión, ni de nación, ni de etnia, ni de salario, e incluso ni partido.
Algún día, con un cafetito, me gustaría comentar el artículo.
Po lo demás, recibe el respeto de quien ve en tu frente el signo cainita de los que no se resignan.
Un abrazo.

Sarah dijo...

Muy bien Silvia, me anima saber que hay más gente que piensa así en el partido.

Johannes A. von Horrach dijo...

Realmente es toda una prueba padecer a un líder como ZP. Han sido tantos y tan bruscos sus bandazos, que en cada giro se han ido quedando por el camino algunos que lo acompañaban. Lo que falta por ver es quien quedará a su lado si pretende agotar toda la legislatura. A este paso, ni Sonsoles.

Por otra parte, hay un eslogan que se ha instalado con buena salud entre nosotros, me refiero a la cantineña de "la crisis que la paguen sus responsables, el sistema financiero', porque si bien es cierto que fue en el sistema financiero donde explotó la crisis (con la ya famosas sub-prime) ha sido otro sistema el que le ha dado volumen y profundidad: el sistema público. Si hubiéramos tenido, en España y fuera, un sistema público que no hubiera dilapidado las cantidades ingentes de dinero que se ha fundido, en muchos casos con cosas innecesarias, tal vez ahora no estaríamos tan enfangados. Basta leer las declaraciones de MAFO, gobernador del Banco de España, sobre el porcentaje de las comunidades autónomas en la deuda nacional, o el informe de UPyD sobre el pozo sin fondo que ha resultado ser el sistema autonómico vigente para darse cuenta de que no todo se pierde por el mismo lado. Con un gasto más lógico y racional, tal vez la crisis no habría sido tan devastadora.

saludos