
Unas semanas después de nuestra debacle electoral quisiera compartir mis reflexiones en este espacio personal.
Los politólogos han destacado que de los 4,3 millones de votantes que han dejado de votarnos respecto al 2009, un tercio han ido a parar a la derecha (PP y UpyD), otro tercio a las izquierdas y el resto se ha quedado en su casa.
Más allá del enunciado tautológico de decir que la crisis afecta a quienes la gestionan, o que no se ganan las elecciones, sino que se pierden (y el PP no ha aportado ni una sola idea y se ha movido entre la ambigüedad calculada y la desbocada promesa de felicidad), creo sinceramente que como partido político debemos hacer una mirada hacia dentro, hacia nuestros valores, nuestro ideario y analizar el distanciamiento o divorcio que ha existido entre gobierno y partido, con las políticas de Estado llevadas a cabo sin tener presente ni el debate, ni la crítica interna de las bases, generando una gran decepción social por no ajustarnos a las expectativas ideológicas y programáticas.
Deficiencias de comunicación orgánicas y tumbos institucionales en un contexto desolador de paro y falta de oportunidades laborales como consecuencia directa de una triple crisis: la de nuestro modelo productivo con el estallido de la burbuja inmobiliaria, la crisis financiera internacional y la crisis de la deuda que ha puesto en jaque a diferentes países europeos que han tenido que ser rescatados.
La tercera vía o el nuevo laborismo es una filosofía política que ha ido minando nuestra credibilidad como partido de izquierdas. Supone el abandono de la socialdemocracia para instaurarnos en un liberalismo social, o social-liberalismo. Esto, unido a las prebendas que hemos mantenido a la Iglesia Católica, el presupuesto en gasto militar y el cambio de políticas incentivadoras de la economía a otras de contención, ha minado nuestra credibilidad. La credibilidad en cuanto a solidez de discurso y la credibilidad en cuanto a capacidad de reacción y solventar las necesidades de la ciudadanía. Sobre todo durante los últimos cuatro años.
Gran parte del déficit generado, en palabras del Presidente de la Fundación de las Cajas de Ahorro, Ángel Laborda, ha sido generado por la regresividad fiscal. Las cuentas del estado dependen excesivamente de las rentas del trabajo, de los salarios y muy poco de las rentas del capital y de rentas no ligadas al salario. De ahí que cuando se destruye trabajo y empleo, el estado se resiente.
Si bien es cierto que se aumentó un porcentaje la tributación de las SICAV a mitad de legislatura, ni se ha explicado bien, ni ha sido suficiente. La realidad y la percepción de la misma ha sido que quienes han generado esta crisis han salido de rositas, y que la han pagado, como siempre, los de siempre.
Mayo de 2010 supone un punto de inflexión. Un cambio de discurso. Un abandono programático. Zapatero, ya no se debe a sus votantes y a su partido, sino que prioriza por encima de todo, Europa. Tal hecho supone la explicitación de algo que a la ciudadanía le había pasado por alto, y que desde luego con la demagogia y electoralismo del PP ha quedado desdibujado, y es que la lógica de los estados-nación forma parte de los siglos XIX y XX y que ya no estamos ahí. Que Europa es algo más que una moneda común y que las elecciones al Parlamento Europeo y el Consejo de Europa son fundamentales para decidir las políticas y el modelo a desarrollar por las instituciones estatales. Lo hemos visto estos días con el refuerzo institucional de los 26 países de la UE a excepción del Reino Unido. Tenemos una Europa dominada por la derecha, con las instituciones monetarias copadas por una determinada ideología. Una Europa neoliberal. Donde los socialistas, progresistas, la izquierda europea, estamos desarmados, desorganizados, con poca representatividad para oponer modelo común, en el caso de que lo tengamos. La izquierda francesa y alemana se moviliza en un sentido cuestionando las bondades de la economía alemana y enfatizando los aspectos de desigualdad y brechas sociales de tal modelo y mientras en España primamos lo institucional a dicho modelo. No se trata de cuestionar Europa, sino este modelo europeo de capitalismo salvaje.
Los mercados por definición son insaciables y necesitan desestabilizar los gobiernos para seguir teniendo la sartén por el mango. De momento, no les ha ido mal: Grecia, Portugal, Irlanda han tenido que ser rescatadas.
Y en este contexto de destrucción del Estado Social Europeo, de asqueo de la ciudadanía, gana la derecha en España. Paradojas de la razón. Consiguen sin una propuesta concreta una mayoría aplastante (con no mucho mayor apoyo que en 2008) en el Parlamento. El efecto Pigmalión de la ciudadanía alimentado por el mito de que la derecha gestiona mejor. Ya lo decía Einstein, ¡es más difícil desintegrar un prejuicio que un átomo!
El mismo modelo neoliberal que ha provocado esta crisis, recordemos que el PP promueve la no intervención, el estado mínimo, que pague quien pueda, servicios asistenciales caritativos y fomento de la privada, consigue el apoyo ciudadano para sacarnos del atolladero de su concepción fracasada de la economía y la sociedad que nos ha llevado a este punto. Por suerte o por desgracia, las elecciones tienen poco que ver con la racionalidad, sino con los apoyos.
Soy de las que piensan que necesitamos una revisión urgente. Una re-definición ideológica, un giro a la izquierda. Jamás he creído en el centro político, y sólo nos desdibuja haciendo que nuestro electorado sea de “ida y vuelta”, que nos vote como mal menor, el dichoso voto útil.
Estamos en un momento complejo. Hemos de re-definir nuestro proyecto, actualizándolo a los tiempos, las necesidades sociales, las nuevas formas de relación, estando en la calle, recogiendo y aportando, desde un marco socialdemócrata, recuperando nuestra base de izquierda sociológica, a la que hemos defraudado y por ello ha desertado. No conectamos ni con la intelectualidad, ni con la calle.
Re-generar el partido, con mayor democracia interna, mayor comunicación, mayor capacidad para disentir y canalizarlo bien, recoger la sensibilidad de la calle, los colectivos, determinar una política fiscal progresista definitoria, no provisional, establecer alianzas entre la clase obrera y la media, recuperar la vieja idea de la solidaridad, de la igualdad y justicia social, plantear una alternativa económica viable y sostenible, un nuevo modelo productivo basado en los nuevos sectores emergentes. Una alternativa europea socialdemócrata, sobre unas bases nuevas.
Parte de este camino lo hemos planteado en la conferencia política que tuvimos hace dos meses en Madrid. Ahora bien, la esquizofrenia (con perdón del término) ha sido la de plantear un cambio de rumbo con un candidato vinculado al gobierno y al modelo de los últimos años. No hemos sido creíbles. No nos lo hemos creído ni nosotr@s, por mucho que Rubalcaba sea un crack, tenga un discurso sólido, y tenga un gran bagaje.
Espero y deseo que en el Congreso Federal donde escojamos a nuestro/a secretaria general haya debate, haya alternativas, haya cambio de rumbo. Lo importante es el proyecto, de futuro, y poca complacencia con el pasado. Más bien, crítica y una nueva apuesta política y programática que deje atrás la tercera vía y el socialismo liberal.
Tales derechos, peligran a día de hoy con la derecha ultra-conservadora del PP. Los derechos no se consiguen de una vez y para siempre. Puede haber retrocesos, y desde luego, en esta travesía donde la ciudadanía nos ha colocado en la oposición, tendremos que estar vigilantes, para no dar pasos atrás en las conquistas sociales.