La
historia está llena de regresiones e involuciones. Pequeños pasos
hacia delante para luego estancarse o retroceder en el tiempo.
Como
buena hija de la democracia y ciudadana de un país que se había
trasfigurado tanto en tan poco tiempo, alcanzando grandes cotas en
bienestar, educación, con una sanidad pública envidiable y un
sistema justo de protección social- pensé que las personas de mi
generación íbamos a vivir mejor que nuestros padres. Ni que decir
tiene, que le íbamos a dejar una mejor sociedad a nuestros hijos. Me
equivocaba. Y es que historia y progreso no van de la mano.
La
dibujante Marjan Satrapi nos lo recuerda ácidamente en su cómic
“Persépolis”.A través de los ojos de una niña nos narra cómo
su mundo se desvanece con la llegada de la República Islámica en
Irán y debe exiliarse con su familia. Resulta paradójico que esto
sucediera el año que firmábamos nuestra Constitución. Nosotros
salíamos de un pasado oscuro e Irán se sumía en un pasado mítico
que nunca existió. Sus mujeres, independientes, formadas, con un
gran número de ingenieras y catedráticas, perdían derechos de la
mano del fundamentalismo.
Jean
Jacques Rousseau se preguntaba en el siglo S.XVIII si progreso y el
desarrollo moral de los pueblos iban de la mano. Dos siglos después
Carlo M. Cipolla en su Historia
económica de la población mundial afirmaba:
“Adiestrar a un salvaje en las
técnicas avanzadas no lo convierte en una persona civilizada; no
hace más que transformarlo en un salvaje eficiente”.
Y prosigue “El progreso ético, debe
acompañar el desarrollo técnico y económico.”
Si
traigo a colación estas reflexiones es porque al hilo del Día
Internacional de las Mujeres quiero recordar que las conquistas
sociales, políticas y democráticas son muy frágiles. Especialmente
las que nos conciernen a las mujeres. Hemos comprobado en propias
carnes cómo la crisis económica ha servido como coartada para
emprender contrareformas ideológicas neoconservadoras. Ataques a
nuestra libertad, derechos sexuales y reproductivos y al universo
simbólico feminista. Una ola de neoconservadurismo cultural nos
envuelve bajo la apariencia de empoderamiento y liberación sexual.
Manda el mercado, donde hemos entrado como consumidoras
hipersexualizadas. La industria ha instrumentalizado el movimiento
feminista y performativizado nuestra sexualidad dentro de un orden
narrativo que es más de lo mismo. Que 50 Sombras de Grey se haya
convertido en todo un fenómeno de masas es sólo un síntoma.
Fetichismo y sublimación acrítica de la violencia de género y la
dominación masculina -con mucho glamour y bajo la mascarada de la
libertad y el consentimiento- pero abuso y control en definitiva.
Mientras tanto, el ministro Wert vuelve a introducir el catecismo en
las aulas y el creacionismo puntuará tanto como la evidencia
científica.
Walter
Benjamin teorizó sobre la historia, la justicia y el tiempo.
Sostenía que la historia la escriben los vencedores y que el modelo
occidental ha negado y ocultado el derecho a los vencidos. El sentido
de la historia es para Benjamin la ruptura de su aparente
continuidad, en donde el repentino surgimiento de lo imprevisible
revela un fragmento de su verdad original. Crítico con la idea de
progreso en sentido teleológico llegó a ver en él una catástrofe.
De ahí su devoción por el cuadro de Paul Klee “Angelus Novus” y
su famosa teoría del ángel de la historia, el devenir histórico
como ciclo de desesperación. Para romper este ciclo debe mirarse a
los ojos de los oprimidos, los vencidos y las olvidadas en el pasado.
Recuperar su memoria y dignidad desde el presente, planteando una
nueva concepción temporal de lo abierto y pleno. Desde esta mirada
el momento para la ética y la política no es el mañana, es ahora.
Lecciones
muy vigentes cuando vemos cada día cómo los perdedores de la
globalización neoliberal cada día son más y están peor. Lejos de
restituir a las víctimas, las seguimos agraviando. La mejor justicia
es aprender del pasado, para no repetirlo. Se nos plantea en estos
precisos momentos una urgencia ética y política: dignificar la
memoria de las víctimas y apuntalar los derechos sociales,
laborales, políticos y libertades que corren el riesgo de
desvanecerse y formar parte de los libros de historia.
Publicado en El Periscopi.
Publicado en El Periscopi.